Compartir:

Es muy común hablar del cuidado y amor hacia los hijos, pero ¿qué sucede cuando son los padres necesitan de cuidado?

Las generaciones cambian, y sucede que mientras estamos en una edad plena y tenemos un proyecto familiar, todo va de maravilla. Cuando llegan nuestros hijos, damos lo mejor de nosotros para protegerlos, los consentimos, los guiamos siendo incondicionales. Pero, ¿qué sucede cuando nuestra vida continúa su rumbo? Los hijos ya son mayores y nos reencontramos con aquellas personas que hicieron lo mismo que nosotros ahora con nuestros hijos. Sí, me refiero a nuestros padres, ¿por qué la fragilidad de la memoria nos aleja de todos esos procesos que nos ayudaron a estar donde estamos?

Nuevas etapas de vida

El tiempo pasa y nuestros padres, no solo cuando estén enfermos, necesitarán cuidados. Debemos tener claro que una vez que entramos a una edad avanzada las nociones son diferentes y la sensibilidad sale a flote. Por lo que debemos replantearnos muchas cosas; poner en práctica la interacción familiar, ofrecer y recibir amor, demostrar y dar tiempo a esas personas que hicieron lo más hermoso por nosotros: cuidarnos.

Para esto podemos empezar por ayudarlos a que ellos se sientan realizados. ¿Cómo lo logramos? Hablando con ellos, haciéndolos partícipes de la toma de ciertas decisiones y escuchándolos. Cuando nuestros padres ven que ya somos totalmente independientes y tenemos una gran familia, sienten un gran vacío y empiezan a recordar todo lo vivido con sus hijos en el pasado. Ante esto, pueden creer que ya no se los necesita, hasta llegar a sentirse menos útiles, lo que no es justo con ninguna persona.

El papel de los hijos

Como hijos se puede tener un rol muy importante y empezar a tener acciones que les ayuden a centrarse en el presente y a disfrutar del día a día. El hecho de vivir en el pasado puede generar en las personas, en especial durante la tercera edad, un sentimiento de tristeza y depresión, por lo que es relevante mantenerlos en el aquí y ahora.

Estar conscientes de que los padres están en una etapa diferente no es tan sencillo, pasar de verlos vigorosos y fuertes, a ser testigos de observar como ahora sus movimientos son más lentos o su memoria es alterada no es fácil. Un hijo puede ser la clave para que los padres se sientan más felices y realizados. Al estar ahí y brindándoles nuestro tiempo les decimos “gracias” a esas personas que dieron mucho de su vida por nosotros.

Que no sea muy tarde

Ahora, si nos ponemos en el lugar de ellos podríamos experimentar de alguna manera cómo se sienten. Estar ahí con una llamada, con un cariño, un detalle y con acciones, va a ayudar a que los padres se relajen un poco más y se sientan más seguros en esta nueva etapa. Ante las nuevas dificultades, no esperemos a que los otros hermanos “se hagan cargo”, porque es “lo que cada uno debe hacer”. Esto puede volverse un conflicto para todos, desencadenando aún más reacciones o sentimientos de angustia en los padres. Es bueno recordar que ellos dedicaron muchos años a darnos todo su amor, sin discriminar a ningún hijo, por eso la responsabilidad es de todos. La vida pasa rápidamente y al final de esta los roles siempre terminan dando la vuelta.

Por: Psic. Carol Obando
Directora Centro Internacional de PNL Coaching y Psicología

Compartir: