El cuerpo no es simplemente una envoltura. Te compartimos tres valiosas reflexiones sobre la imagen corporal.
Más allá de la superficialidad y la vanidad, la manera en que percibimos nuestro cuerpo (imagen personal) tiene profundas implicaciones tanto para nuestra salud mental como para nuestra vida espiritual. Una imagen corporal negativa puede llevar a una serie de problemas de salud mental, incluyendo depresión, ansiedad, trastornos alimentarios, trastornos dismórficos corporales y aislamiento social. La manera en que nos vemos a nosotros mismos puede influir directamente en nuestra valoración personal y en cómo nos relacionamos con el mundo.
El cuerpo no es simplemente una envoltura física, sino una parte integral de nuestra identidad que refleja nuestra dignidad y nuestra conexión con Dios. También el cuerpo, la mente y el espíritu están intrínsecamente unidos, y lo que afecta a uno también afecta al otro. El cuerpo es un medio para expresar amor y comunión, tanto en relaciones humanas como en nuestra relación con Dios.
Entender bien el autocuidado y el valor de la imagen corporal
Todos hemos escuchado sobre la importancia del autocuidado (actividad física, alimentación saludable, etc.), y esto es tan cierto como riesgoso si se entiende mal.
Por supuesto que los hábitos saludables son indispensables para estar sanos integralmente. Por ejemplo, Santa Hildegarda recibió revelaciones sobre remedios naturales y formas de alimentación para prevenir y curar todo tipo de enfermedades. Pero no solo se quedó allí, sino que hizo todo un tratado sobre la importancia de desarrollar todas las virtudes para mantener la salud física, mental y espiritual.
Otra práctica saludable es tratarse a uno mismo con la misma amabilidad y comprensión que ofreceríamos a un amigo cercano, así como agradecer por lo que nuestro cuerpo puede hacer (como caminar, abrazar, respirar, puesto que son procesos que damos por hecho hasta que nos enfrentamos a la posibilidad de perderlos.
Sin embargo, el autocuidado nunca debe ser entendido como egoísmo, como hedonismo ni como evasión del sufrimiento, como se nos vende popularmente desde algunas filosofías de vida y pseudoterapias. Tampoco se debe entender como una autoindulgencia en la que nos permitirnos excesos sin corregirnos ni reparar los daños generados. En el medio está la virtud, lo que significa que debemos encontrar el equilibrio entre ser compasivos y esforzarnos por ser cada vez mejores.
Resistir a la presión de los ideales inalcanzables
Lamentablemente, las redes sociales y los medios de comunicación en general NO están diseñados para cuidar la salud mental de los usuarios, sino para quebrarla en favor de intereses económicos, políticos e ideológicos. De hecho, a partir de la aparición de las primeras redes sociales los índices de trastornos de salud mental se dispararon. No es un secreto que se ha incrementado enormemente la tendencia a la comparación con los demás, a creer que los demás tienen una vida mejor y que son más felices que nosotros.
La imagen corporal se ha visto profundamente afectada tanto por estas comparaciones como por el uso de filtros que, al modificar nuestra apariencia, han provocado que nos sintamos inseguros con nuestra apariencia real.
Claramente no podemos esperar que las redes nos cuiden, por lo que debemos asumir la responsabilidad del uso que les damos. Desde entender que lo que vemos en las redes sociales no es real, hasta hacer un “detox” (desintoxicación) de redes sociales, son estrategias que mejoran nuestra autopercepción y nuestro estado anímico. Igualmente, es clave filtrar las cuentas que seguimos, dejar de seguir cuentas que nos hacen perder tiempo, cuyo contenido es vacío o nos genera envidia. Cuestiona lo que consumes, cuida de ti mismo/a y rechaza los mensajes de los medios que promueven ideales inalcanzables.
Escrito por: Alexandra Guzmán, psicóloga clínica de la ciudad de Bogotá, Colombia.
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