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Pese al gran miedo e incluso pánico que hay en el mundo en estos momentos, existe sin duda alguna el verdadero remedio para la muerte eterna… es la contrición perfecta.

Surgió el Covid-19 coronavirus y junto con él el pánico global. Hay que respetar medidas preventivas razonables, aunque por sí solas no pueden salvarnos. También hay un orden de principios espirituales que a menudo se olvida. Deberíamos seguirlo. Un viejo proverbio dice: “El médico cura, pero Dios sana”.

La lucha contra el coronavirus es una lucha contra la muerte. Pero debemos saber que incluso si evitamos el coronavirus, después de todo, ninguno de nosotros evitará la muerte. La muerte física, sin embargo, no es el mayor mal. El mayor mal para el hombre es ¡la muerte segunda, la condenación eterna! (Ap 20, 14) Sólo podemos ser salvos de ella en Jesucristo. Él dijo: “El que cree en mí, aunque muera, vivirá”. (cf. Jn 11, 25)

En este momento de pánico, muchos cristianos no cuentan con la fe salvadora en Jesucristo que nos salva de la muerte segunda. Lo que está en juego es la salvación de las almas inmortales, es decir, la salvación de nuestros seres más queridos del tormento eterno. El espíritu del mundo empuja a las personas con toda fuerza al camino ancho que lleva a la perdición (Mt 7, 13).

 

 

¿Cuál es el remedio para la muerte eterna? ¡La contrición perfecta!

¿Cómo hacer un acto de contrición perfecta? Tienes que reconocer tus pecados tanto ante ti mismo como ante Dios. Así como un virus mortal afecta al cuerpo, también el pecado afecta al alma. Señor Jesús tomó tus pecados sobre Sí mismo y pagó por ellos en la cruz.

Cree en Él e invoca Su nombre con fe. En Él está tu salvación. La Sagrada Escritura dice: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo”. (Rm 10, 13) Imagina la cruz de Cristo, las heridas en Sus manos, Sus pies y Su corazón, y di con fe: “Jesús, Jesús, Jesús, ten piedad de mí, pecador”. Repítalo cinco veces, con los ojos fijos en las cinco heridas. Trata de percibir en espíritu que mientras dices esta oración de contrición, un rayo del perdón de Dios viene de cada una de las heridas y penetra en tu corazón. Puedes pensar en un versículo de la Escritura, por ejemplo: “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia. Por sus heridas fuimos sanados”. (1 P 2, 24-25) Al final, haz la señal de la cruz tres veces con fe.

Este es el remedio para la muerte eterna. Jesús mismo es el remedio. En el momento en que estés muriendo, invoca el nombre de Jesús y Él te llevará a la felicidad eterna.

 

 

¿Con qué frecuencia debemos tomar este remedio invaluable para la muerte?

Como no sabemos ni el día ni la hora de nuestra muerte, es mejor tomarlo por la mañana y por la tarde y también durante el día, a las 09:00, 12:00, 15:00, 18:00 y 21:00 (cf. Sal 119, 116). (http://vkpatriarhat.org/es/?p=3036).

Aunque parezca paradójico, la cuarentena del coronavirus ha creado las condiciones para la restauración de la familia en el sentido de que toda la familia debe permanecer en casa. ¿Preguntáis cuáles son los medios para fortalecer la familia, para fortalecer las relaciones entre cónyuges y entre padres e hijos? La respuesta es la siguiente: la hora santa, la oración familiar específicamente de las 20:00 a las 21:00. El beneficio incomparablemente grande que aporta la hora santa a la familia, requiere sólo un pequeño sacrificio: abstenerse a esta hora de la televisión, los teléfonos móviles e Internet, es decir, dejar de comunicarse horizontalmente y empezar a comunicarse verticalmente con Dios (http://vkpatriarhat.org/es/?p=9723).

Muchos sacerdotes dan una bendición al final de la hora santa. En este momento del peligro del coronavirus, también rezan por la protección de tu familia, o incluso por tu curación. Recibe esta bendición a las 21:00 haciendo la señal de la cruz con fe.

Ofrece este remedio para la muerte a tus vecinos también. Les darás prueba del mayor amor, porque salvarás sus almas y sus familias.

 

 

El remedio para la muerte – la receta:

Deberás tener en cuenta:

1) contrición perfecta: siete veces al día “Jesús, Jesús, Jesús, ten piedad de mí” (oración a las cinco heridas).

2) hora santa: 20: 00-21:00

3) bendición: a las 21:00

El Señor Jesús sanaba en el pasado y sana hoy día mediante la fe, del coronavirus y otras enfermedades. “¿Está enfermo alguno de vosotros? Que se ore. La oración de fe dará salud al enfermo”. (St 5, 14-15).

 

 

Fuente: El Patriarcado católico bizantino.

 

 

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