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Hijo de campesinos, Carapaz, un gran escalador, es el segundo latinoamericano en ganar una de las competencias por etapas más importante del mundo.

El nombre de este pedalista de 26 años figura desde este domingo 2 de junio al lado de auténticas leyendas del ciclismo mundial: Alfredo Finda, Fausto Coppi, Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Laurent Fignon, Felice Gimondi, Miguel Induráin, Nairo Quintana.

Su hazaña consiste en que proviene del Ecuador —país con una incipiente tradición en el ciclismo— y que el Giro de Italia, una competencia con más de un siglo de historia, hasta hace pocos años estaba reservada a grandes estrellas de Europa. La senda victoriosa de los latinoamericanos en la segunda carrera por etapas más importante del mundo después de Tour de Francia, la comenzó en 2014 el colombiano Nairo Quintana al triunfar de manera admirable en la competencia italiana.

Con su victoria en la versión 109 del Giro, Richard Carapaz Montenegro también se convirtió en el tercer latinoamericano en ganar una de las grandes competencias de tres semanas continuas en el viejo continente. 32 años atrás, en 1987, el colombiano “Lucho” Herrera había obtenido el título de campeón de la Vuelta a España. En 2016 la ronda ibérica fue ganada por Quintana. La única carrera que no han ganado los latinoamericanos es el Tour de Francia.

Carapaz, que por primera vez corrió una gran prueba del World Tour en 2016, fichado por el español Movistar Team, ya había dado muestras de su potencial al ganar en ese año la Vuelta a Navarra. En 2018 triunfó en la Vuelta a Asturias, título que repitió en 2019. Sin embargo, los ojos de los especialistas se fijaron en él al ganar una etapa de media montaña en el Giro 2018 y ubicarse cuarto en la clasificación general.

Aunque no figuraba entre los grandes favoritos para la versión 2019, Carapaz empezó a dominar la carrera desde la etapa 14, entre Saint-Vincent y Courmayeur. Al terminar la etapa, el ecuatoriano confesó: “La maglia rosa [camiseta de líder] era mi sueño desde que empecé a acercarme al ciclismo: tenía unos 15 años y vi el Giro en mi móvil. Esta maglia está dedicada a todos los ecuatorianos y sigo persiguiendo el sueño”. Con la maglia rosa llegó victorioso a la histórica Arena Verona. Atrás quedaron competidores de gran trayectoria, algunos de ellos señalados como posibles campeones por la prensas europea: Vincenzo Níbali (Italia), Mikel Landa (España), Simon Yates (Gran Bretaña) y Bauke Mollema (Holanda).

 

Raíces del campeón

Richard es un hombre orgulloso de sus orígenes ecuatorianos y sus ancestros campesinos. Nació en El Carmelo, una zona rural de Tulcán, en la provincia del Carchi, muy cerca de la frontera con Colombia. Su padre, Antonio, trabaja hace más de 40 años conduciendo un camión en el que recoge material reciclable. De hecho, la primera bicicleta de su hijo la encontró entre la chatarra, pero no tenía ruedas y con ella, el pequeño de cuatro años que entonces no había ido a la escuela empezó a aficionarse por el ciclismo. “Además, en la casa, dijo su madre Luisa Montenegro a los periodistas que la visitaron a su pueblo, él ayudaba en la tareas domésticas como el cultivo de papas, hortalizas y el cuidado de unas pocas vacas, cerdos y gallinas”.

Gracias a Juan Carlos Rosero, un ex-cliclista ecuatoriano, el campeón del Giro comenzó a entrenar cuando ya era adolescente y pese a que sus compañeros de escuela le decían que “el ciclismo ni la bicicleta servían para nada”, él perseveró y compitió en algunas carreras regionales que ganó con solvencia. “La clave, según contó a Aleteia el reconocido periodista radial Héctor Palau, fue el masajista colombiano Édgar Gutiérrez quien lo proyectó hacia Colombia al presentarle a otros personajes del ciclismo que lo vincularon a equipos organizados y lo llevaron a competencias mucho más exigentes en las que adquirió el fogueo y la visibilidad que no tenía en su país

Entre sus principales promotores estuvieron Fabio Chingate y Luis Alfonso Cely quienes lo inscribieron en carreras de alto nivel competitivo como las vueltas al Porvenir, de la Juventud, a Colombia y el famoso Clásico RCN. Su nombre, en la tierra de los míticos escarabajos, comenzó a sonar con fuerza cuando en 2015 se convirtió en el primer extranjero en ganar la más importante competencia sub-23 de Colombia, la Vuelta de la Juventud. El siguiente pedalazo ya no fue de un país a otro, sino de América a Europa.

Según Palau, el triunfo de Richard Carapaz en el Giro de Italia no es fruto de la casualidad ni de la buena suerte. Su perfil es muy parecido al de campeones colombianos que por sus condiciones físicas y quizás por las características geográficas de las regiones donde nacieron, tienen aptitudes muy especiales para un deporte tan exigente. En efecto, en la región del Carchi sus habitantes están habituados a las bajas temperaturas y a las alturas montañosas superiores a los 3.500 metros sobre el nivel del mar, algo parecido a lo que sucede en Nariño, Boyacá y Cundinamarca, departamentos colombianos en donde nacieron grandes escaladores. Por esta razón, este especialista cree que en poco tiempo Ecuador puede convertirse en una importante cantera de ciclistas de talla mundial.

La victoria de ‘La locomotora del Carchi’, un apodo que pondera su calidades como escalador, fue recibida con alborozo en Ecuador. Desde que Richard se enfundó la camiseta de líder, sus compatriotas empezaron a familiarizarse con sus triunfos, la casa de El Carmelo, su esposa Tania Rosero, los pequeños Santiago y Sofía, sus orgullosos padres y la terminología especializada de un deporte que tal vez le ha dado a este país el mayor triunfo de su historia.

Aunque antes habían vibrado con el título de Liga Deportiva Universitaria de Quito en la Copa Libertadores de América en 2008 —el torneo futbolero más importante de Sudamérica—, las clasificaciones de la Selección de Fútbol a los mundiales de 2002, 2006 y 2014 y los triunfos internacionales del marchista Jefferson Pérez, nunca los ecuatorianos habían estado tan expectantes del desempeño de uno de los suyos en una competencia de élite mundial.

Mientras crecen el orgullo y la admiración, la familia Carapaz Montenegro celebró con su habitual modestia el triunfo en un hotel de Verona. Allí, en la intimidad familiar y de los compañeros del equipo, don Antonio, su orgulloso padre pudo decirle a Richard las palabras que tenía guardadas desde el día que lo vio vestido con la maglia rosa: “Eres el mejor hijo que pudo haberme dado Dios”.

Vía Aleteia

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