Compartir:

Sanar las heridas del presente es algo imprescindible para poder disfrutar de un futuro más positivo. ¡Debes soltar para poder avanzar!

Al final de cada año pasamos por un proceso de autoevaluación donde logramos ver lo que hicimos y lo que no hicimos, así que este es un buen momento también para sanar.

La pandemia nos hizo ver más hacia dentro de cada uno, al inicio lo que parecía un mal sueño terminó extendiéndose por un largo tiempo, que incluso aún seguimos viviendo. De hecho, muchas personas sienten un vacío muy fuerte por la pérdida de seres queridos, merma del empleo, etc.

Para empezar a sanar, debemos ser conscientes de nuestra capacidad de resiliencia, donde cambiamos de estilo de vida y logramos adaptarnos a un contexto inesperado, así como los metales expuestos a temperaturas altas, nosotros también retomamos nuestra forma habitual, sin embargo esta forma puede ser moldeada, y más fortalecida, esta vez con mayor autoconocimiento, con más tendencia hacia la aceptación la cual no tiene nada que ver con la resignación, sino, más bien con la identificación del punto de partida hacia un mejor camino.

 

 

¿De qué se trata la palabra sanar?

Viene de restablecer, esto quiere decir que hoy podemos pararnos fuertes, ver hacia atrás y abrazar nuestra vida. Perdonándonos a nosotros mismos y a los que nos rodean.

La vida es la suma de muchos instantes y aunque a veces es más fácil centrarnos en los momentos desagradables, es valioso ver las cosas buenas. Cada persona tiene una historia de vida con muchos capítulos y algunos traen mucho dolor, pero somos mucho más que eso, cada día tenemos la oportunidad de reinventarnos, así que ¿por qué acostumbrarnos a vivir en el dolor?

Perdonar y avanzar

Por unos instantes mira hacia atrás y observa con curiosidad a tu niño interior… podrás darte cuenta de que hubo situaciones difíciles, donde algún comentario o acción de una persona importante en tu vida te hizo acumular lágrimas y empezar a blindarte con corazas, así que tal vez esas conductas inadecuadas que aún no te perdonas vienen de una huellita de tu niñez, esto te hará ser más compasivo contigo mismo.

Ahora al lado de ese niño obsérvate a ti como adulto, todo eso que deseaste de niño, te lo puedes dar tú mismo. Sana tu pasado y hazte responsable por tu vida actual, por el momento más real que es el presente. Abre este día como un regalo y empieza a transformarte.

Revisa cuántos minutos al día, inviertes en tus metas. Evalúa si la mayor parte del tiempo estas en cosas que no te generan mucho valor. Así que pregúntate:
¿lo que estoy haciendo me aleja o me acerca a mis metas y objetivos? Cada mañana compórtate como si ya hubieras alcanzado lo que quieres.

Si en el transcurso del tiempo experimentas situaciones difíciles date permiso para escuchar tu cuerpo y tus emociones, permítete sentir por un momento y luego céntrate nuevamente en lo que deseas. La felicidad no se trata de tener siempre una sonrisa sino más bien, de sentir y aprender, luego irás con mayor energía hacia tus propósitos.

Al establecer nuevos objetivos, en lo posible ponte uno o dos como máximo, de lo contrario corres el riesgo de saturarte y abandonar en el camino. Una vez alcances uno pasas al siguiente, así canalizarás la energía en cada meta que te llevará a que ese objetivo sea una realidad.

Es probable que en ocasiones no sientas la misma motivación y esto es normal, en ese momento recuerda el para qué lo estás haciendo y eso hará que te conectes nuevamente.

Ten claro que, a la hora de sanar, y evolucionar observarás cambios y estos conllevan que dejes atrás algunas cosas, así como la flor se cae para dar su fruto también las personas necesitamos soltar para avanzar.

 

 

Escrito por: Carol Obando, Directora Centro Internacional de PNL, Coaching y Psicología.

 

Compartir: