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En el Semillero de la Vida se inculca a las niñas a que se preparen en los caminos de Dios y así sepan escoger bien a su futura pareja.

El Papa Francisco varias veces ha insistido en que las parroquias de cada país trabajen más arduamente en la formación pastoral, tanto de los niños, jóvenes, esposos y padres, con la intención de proteger del ataque del mundo a las futuras y ya existentes familias.

En la parroquia Santa Teresita de Guayaquil, desde hace ya varios años se han comprometido por lo indicado por el Papa Francisco, esto a través de las iniciativas del Padre Paulino Toral, quien en conjunto con su equipo de trabajo llevan adelante el “Semillero de la Vida”.

Jessica de Scipa, Directora de Semillero de la Vida, indica que el semillero de la vida intenta aportar una solución a la problemática que está a la vista de todos: Ningún padre quisiera para su hija los enamoramientos presididos por las pasiones, ni una maternidad soltera, ni un fracaso matrimonial, etc.

“Salimos al paso del panorama problemático que el mundo les propone a las chicas de hoy, y ofrecerles un camino preventivo ante los desengaños de la vida”, dice la directora del Semillero de la Vida.

 

 

No son una academia

Jessica de Scipa, comenta que el Semillero se la Vida, no es como una academia de idiomas o arte, donde los alumnos van pasando de año a través la adquisición de los conocimientos y unos exámenes. Tampoco es una catequesis, donde el alumno se prepara para recibir un sacramento, y cuando llega la fecha lo recibe, independientemente de si en su vida se ha producido una conversión. Entonces, ¿qué es el Semillero?

Son un centro femenino al que asisten niñas, adolescentes o jóvenes, para recibir, al filo de los años, la formación que les capacite para entablar vínculos de amistad y, llegado el momento, relaciones de amor, y saber elegir, según Dios, al varón que un día será el padre de sus hijos y compañero de toda la vida.

Grupos de formación

La directora del Semillero cuenta que hay diferentes grupos y, a todos y cada uno de ellos se los forma enfocados en el amor a Santísima Trinidad y a María. Estos grupos son:

  • Pastorcitas: niñas de 4-6 años.
  • Belén: niñas de 7-9 años.
  • Jerusalén: niñas de 10-12 años.
  • Nazaret: señoritas de 13-16 años.
  • Pre-EDEN: chicas de 17-20 años.
  • EDEN: chicos y chicas de 20 a 30 años.

Trabajo en conjunto

Jessica de Scipa, explica que el Semillero no trabaja solo ni aisladamente con las chicas, sino que este es un trabajo en conjunto con los padres, a quienes se les explica que cuando una niña es formada cristianamente, es mucho más probable que siga en los caminos de Dios, encuentre un chico que también se interese por lo espiritual y, así tendrá menos posibilidades de equivocarse en escoger a su novio y futuro esposo.

“El mundo está de cabeza, a lo malo le llaman bueno y a lo bueno malo… es por eso que los padres de familia deben ayudar a sus hijas desde pequeñas, y no debe ser una ayuda donde al Semillero le ponen toda la carga, sino que ellos trabajen en conjunto con sus niñas y nosotros, para así la familia entera ponga a Dios como centro del hogar”, expresa la directora del Semillero.

 

 

Testimonio

Los esposos Renato Romero y Paula Ávalos, comparten su testimonio de haber sido parte de EDEN:

“Nos conocimos con mi esposo en el 2008. Al inicio nos veíamos de vez en cuando en reuniones con otros amigos y fue creciendo una bonita amistad hasta que, en el 2011, él se me declaró y nos hicimos enamorados. Casi tres años después nos casamos y ya tenemos cinco años de matrimonio. Junto con el padre Paulino ahora ayudamos a otros jóvenes en Edén para que lleguen al matrimonio según el plan de Dios, en base a nuestra propia experiencia”, cuenta Paula.

Paula, también indica que vivir una vida cristiana coherente en estos días no es fácil, hay muchas tentaciones y te toca ir contra corriente, pero no cabe duda que la formación y criterios recibidos como mensajera, tener un plan de vida espiritual, la dirección del padre y el grupo de apoyo que ahí encontró con amigas que llegan a ser como tus hermanas, ha sido fundamental.

 

 

Luego vino la formación junto a Renato en EDEN, que los ayudó a poner las cosas claras de cómo debía ser su enamoramiento. Se propusieron tener una relación marcada por el respeto, la castidad y la amistad. No fue sencillo, pero sí fructífero. La adoración al Santísimo, la devoción a la Virgen María, la comunión y confesión frecuente los mantuvo fuertes en su camino, para llegar al matrimonio como se habían propuesto.

Renato y Paula aconsejan a los jóvenes: «No se desanimen ante el fracaso que ven en algunas relaciones y matrimonios de hoy. Ustedes pueden escribir una historia diferente si invitan a Dios a sus vidas y se forman para afrontar un enamoramiento y matrimonio como camino de sanación en la que pueden ser plenamente felices», finalizan. ¡Vale la pena intentarlo!

 

 

 

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