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Organizar los deberes con tu hijo puede beneficiarle; pero hacerlos por él, no.

Más de una vez renegamos por los deberes de nuestros hijos. Por el plan familiar que tuvimos que postergar para que los chicos hagan sus tareas primero; las cosas que en nuestra época se enseñaba diferente y no podemos ayudarlos; o simplemente porque nuestro hijo no sabe qué hay que hacer y nos sentimos obligados a salir al rescate para averiguar qué envió la maestra. ¿Les suena familiar?

Si bien la palabra misma ya trae un peso de obligación porque se “deben” hacer, es importante que como padres entendamos el propósito de estos para así ayudar a nuestros hijos a obtener los mejores resultados.

Trabajar por su cuenta

El principal objetivo de los deberes es fomentar en los niños el trabajo autónomo. Es decir, que las habilidades desarrolladas con la guía del profesor y con la retroalimentación de sus compañeros en la clase, las pueda poner en práctica en casa. Para lograr esto, el apoyo de los papás es clave, pues podemos echar a perder este objetivo, ya sea por excesivo o por poco apoyo.

Para desarrollar las tareas encomendadas, debemos procurar un lugar y los materiales necesarios para que se lleve a cabo. Un espacio ordenado, cómodo y una cartuchera básica será suficiente. También nos corresponde, darles el tiempo adecuado. Es poco probable que un chico haga un buen trabajo, si está apurado o lo hace al mismo tiempo que realiza otras actividades.

Existen tareas sencillas que, repetidas todos los días, generarán hábitos de trabajo que serán imprescindibles para su vida adulta:

  • Indagación:

Ponerse delante de una tarea, les permite a los chicos releer los contenidos y sistematizarlos de una forma que les sea más significativo su aprendizaje. Por esto, en los grados superiores de educación básica se prioriza la investigación. De esta manera el chico no solo amplía lo que se le ha enseñado en clase, sino también entiende de manera óptima lo que trabajó con el profesor y a conectar otros conceptos adicionales.

  • Responsabilidad:

Seguramente, trabajamos con nuestros hijos este valor tan importante de muchas maneras: ser responsables de una mascota, de algunos quehaceres en la casa, o de ayudar a sus hermanos. Pero el impacto que tienen las tareas escolares en la educación de este valor es enorme, pues es de las pocas situaciones en que la responsabilidad es exclusivamente de nuestro hijo y no la comparte con nadie más. 

Los chicos deben saber y sentir que todo el proceso de la tarea depende de ellos: poner atención en clase, para saber qué hay que hacer; copiar adecuadamente la consigna en su cuaderno o agenda; llevar los materiales necesarios a casa para realizarla; y finalmente sentarse en su espacio asignado a trabajar.

Como papás démosle ese espacio y no caigamos en la tentación de hacer las cosas por ellos. A veces aporta más un 0 en su formación por una tarea no presentada que le ayude a asumir su responsabilidad en el futuro; que un 10 donde el esfuerzo fue mínimo y principalmente nuestro.

Por Inés Cobo de Gilbert
Directora Ejecutiva de Sir Thomas More

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