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En ciertas condiciones y en plazo breve, una separación temporal de mutuo acuerdo puede ayudar a resolver crisis en los matrimonios.

A lo largo de la vida matrimonial, necesariamente vamos a encontrar momentos de crisis. No hay que asustarse, ni identificar “crisis” con “ruptura”. Una crisis es una alteración del equilibrio de la relación, causada por circunstancias internas – algo que le sucede a uno de los miembros de la relación y repercute en esta; o externas – la relación se ve afectada por una circunstancia que llega desde fuera.

Al presentarse la crisis, una posible consecuencia es que cada miembro de la pareja reaccione de distinta manera. Esto puede crear una cierta distancia entre ambos.

Generalmente, cada pareja puede solucionar –juntos- estas crisis, y con comunicación y cariño esa distancia desaparece y la relación sale fortalecida.

 

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Crisis que provocan distanciamiento en la pareja

Sin embargo, en ocasiones esa distancia se va haciendo más grande: no se logra reestablecer una sintonía, por los motivos que sean (distintos puntos de vista que no se expresan o no se acogen debidamente; tensiones previamente existentes y no resueltas; no reconocer la importancia de la situación a pesar de que para el otro sí resulte importante…).

Como vemos, el peligro es que los cónyuges pasen de una pequeña distancia fácilmente recuperable a un alejamiento cada vez mayor.

En estos casos, lo que tal vez inicialmente no era una dificultad seria, se va alargando en el tiempo y causa un efecto rebote de incomunicación –> mayor distancia-> mayor incomunicación y así, progresivamente, la tensión entre los cónyuges va en aumento. Todo esto va incrementando la dificultad de superar la crisis inicial.

 

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¿Cuándo y por qué plantear separarse temporalmente?

Cuando esto sucede, en algunos casos puede ser conveniente proponer una separación temporal como primer paso para arreglar la relación matrimonial.

¿Por qué y para qué? Para que ambos recuperen la serenidad, porque no se pueden solucionar las diferencias cuando uno – o ambos – están tan alterados o heridos que son incapaces de abrirse al otro.

Debe quedar claro que la separación – temporal y lo más breve posible – tiene como finalidad facilitar las condiciones para que cada uno de los miembros de la pareja trabaje para recuperar esa serenidad que le permita acercarse al otro para solucionar sus diferencias.

Y esto debe ser evidente para ambos cónyuges y sus familias: la sinceridad de la intención de ambos es fundamental.

Sólo dejando clara esa intención de que la separación no es un punto y final a su matrimonio, sino al contrario, un primer paso para recuperar y mejorar su relación, podrán ambos reencontrarse.

Y esto pasa por aceptar cada uno que, durante un período de tiempo (cuya duración conviene determinar de antemano) tendrán que respetar el alejamiento mutuo.

Hay que entender que ese alejamiento físico temporal es expresión de su empeño por salvar su matrimonio y recuperar ese amor que sigue vivo bajo desencuentros, defectos de comunicación y distancia.

 

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¿Solos o acompañados por un profesional?

Si los esposos no han sido capaces de superar la crisis inicial, es conveniente plantearse si esta propuesta de separación temporal pueden llevarla a cabo ellos solos; o si es más adecuado contar con el apoyo de un profesional.

En mi opinión, es mejor acudir a un profesional, por varias razones:

Esta separación se plantea para que uno –o ambos- de los miembros de la pareja puedan restablecerse de las heridas que no le permiten abrirse al otro. Esta situación requiere una ayuda externa para identificar y sanar esas heridas.

Gestionar esta separación temporal ayudados por un profesional refuerza la intención de que es una medida para luchar por recuperar el matrimonio.

Que se plantea, además, porque los esposos no han podido superar esta crisis que ha originado su distanciamiento; luego es bueno buscar una solución alternativa o para alcanzar la meta deseada: superar la crisis, que la relación madure y que el amor salga fortalecido.

 

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Escrito por: María Álvarez de las Asturias, vía Aleteia.

 

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