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Tratar con la familia política puede ser complicado para algunas parejas.

Cuando iniciamos una relación de pareja, siempre las expectativas suelen ser muy altas, incluso, algunos en poco tiempo ya hasta se ven en el altar. Sin embargo, esto toma tiempo e implica responsabilidad de ambas partes. Pero lo más importante es sentir que amar nos lleva a un compromiso de respetarnos, ser comprensivos, saber escuchar, ser solidarios, pero lo primero siempre es amarnos.

Un camino que se inicia juntos

Desde que empezamos a salir, tenemos en mente la presentación a la familia para tener su aprobación. Si la relación continúa, a veces sin querer, ya hemos metido la presión en nuestra familia porque nuestros padres, de manera muy insistente, quieren conocer a la pareja, aunque tal vez a duras penas tú lo hagas.

Luego, al decidir contraer matrimonio, nos damos cuenta de que será la primera vez en donde ambas familias “tienen una opinión”. Hasta el día de hoy, el matrimonio es una ocasión para que los padres escojan ciertas cosas o que inviten a “sus compromisos” y en muchas ocasiones dejando de lado a quienes deben ser los protagonistas: los novios.

Respetar el vínculo familiar

La familia política es eso: “política”, por lo tanto, seamos conscientes de comportarnos educadamente, sin mucha confianza, pero con respeto. Aunque anheles que tus suegros te quieran y te traten igual que a sus hijos, esta puede ser una equivocación muy grande, ya que el vínculo afectivo es diferente. Créanlo o no, es mejor que sea así, a la larga, la relación de padres e hijos tiene una magia que traspasa todo, como “extraños” debemos respetar y mantenernos al margen.

Bajo esta mirada, procuremos respetar la relación que tiene nuestra pareja con su familia, sepamos que son años de conocerse y de saberlos manejar. En ciertos casos, con amor, podemos explicar por qué no estamos de acuerdo con tal o cual situación, siempre y cuando esta influya en tu matrimonio. De esta forma, será tu pareja quien hable con su respectiva familia. No intentemos cambiarlos, más bien, recordemos que este nuevo matrimonio ya es una familia aparte y ambos son un nuevo equipo por el que tienen que velar.

Dar espacio a los hijos

Los padres también deben aprender a respetar las decisiones de sus hijos, den consejos si son solicitados y dejen de lado nociones como:“Es que como son tan jóvenes”, “es que no saben hacer nada”, “es que somos sus padres y hay que ayudarlos”. ¡Qué equivocación tan grande seguir pensando que deben intervenir! Esta situación no solo no les permitirá madurar, sino que tampoco crecerán como pareja, ni se responsabilizarán de sus actos.

Agreguemos a aquellos padres que ayudan económicamente a la nueva pareja, aunque realmente no lo necesiten. Tristemente esta “ayuda” se convierte en una manera de que ellos siempre estén en deuda. Ayuden sí, pero no los comprometan y que esta ayuda económica no sea eterna, ya que ellos necesitan saber cómo manejar sus finanzas.

Pensemos por un momento, si nuestros hijos se casan, aunque siguen siendo nuestros hijos, ellos han decidido formar una nueva familia que debemos respetar, en especial a quien escogieron para ello. Procuremos ser prudentes y estar ahí para cuando nos necesiten, en definitiva, ser para ellos “ángeles de la guarda en la tierra”.

Por Psic. Pilar Adell
pilaradell@hotmail.com
@pilaradellpsicologa

 

 

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