«Si tú me quieres», una declaración de amor a Cristo… en una muestra de auténtico pop latino.
Hace poco, me compartieron la canción «Si tú me quieres» de Fonseca y José Luis Guerra, que te presento hoy. Y su estribillo trajo a mi memoria este recuerdo. Escúchenla y les cuento por qué.
«Si tú me quieres, me quieres, todo se puede…»
«Soy invencible y nada me duele», dice la canción «Si tú me quieres», de Fonseca. Hoy, al revisar esta letra desde la madurez y la experiencia, volví a revisar mis recuerdos y entendí que la imagen primaria de Dios en la Biblia es el matrimonio.
La Iglesia es la Esposa de Cristo (cfr. Efesios 5, 26 y ss), lo que significa la unión que la Iglesia tiene con Él y señala que la Alianza de Dios con los hombres es definitiva. Dios es el esposo de todos, nadie está llamado a estar solo. Estamos llamados a estar con Dios y los demás de acuerdo con nuestra vocación.
Releyendo el testimonio de Helena Burns, FSP, para Aleteia.org, descubrí a una religiosa verdaderamente enamorada del Esposo, a quien definía como el «chico perfecto» y decía así: «Él perdona siempre, comprende, es excitante, sabe escuchar, es omnisciente, omnipresente, consolador y desafiante al mismo tiempo, infinitamente tierno, sabio, atiende a mis necesidades, me entretiene, me hace reír, me hace crecer, me hace dar fruto».
Me entraron ganas de tener la misma asombrosa relación que ella tenía con Jesús, y la verdad es que… ¡sí se puede!
Jesús es todo lo que uno necesita
«De su plenitud hemos recibido gracia tras gracia» (Juan 1, 16). El Vaticano II destacó esa «llamada universal a la santidad», y el matrimonio es sacramento en tanto que te conduce a esa santidad. Un camino que se recorre entendiendo el AMOR en mayúsculas.
¿Cómo podemos tener esa relación amorosa con Dios? Buscando ese beso cargado de ternura que es Dios-Eucaristía, abandonándote en los brazos del Esposo a través de la oración y haciendo por Él «lo que nadie puede», nuestra misión específica, reconociendo aquello para lo que Dios nos ha creado.
Saberse amado por Dios nos da fuerza para superar cualquier adversidad, pero es importante, sobre todo, comunicarnos constantemente con Dios, todo el día. Las canciones y la música también son recursos de alabanza y «ayuditas» para encontrar las palabras que evocan ese amor verdadero.
Hoy vuelvo a recordar a esa hermana carmelita de mi escuela, y se me dibuja una sonrisa en la cara. Por fin la comprendo, y ahora quiero vivir mi relación con Dios de la misma forma.
Escrito por: Blanca Serres, estudió comunicación y magisterio. Es autora del libro «¿Qué dirían tus ojos?», vía Catholic-Link.
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