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Con todo lo que vivimos y con todo lo que se viene hemos aprendido mucho y nos queda mucho por aprender. ¿Tendremos que volver a las catacumbas?

Esta ha sido la praxis habitual de la Iglesia Católica a la hora de “torear” las persecuciones. Normalmente, por parte de los poderes públicos. Lo mismo en tiempos de Roma, que con la Revolución francesa que a día de hoy.

Lo que ha cambiado ahora, en el mundo occidental, es que no ha sido una persecución de los gobiernos -al menos, nadie ha dicho una palabra al respecto; pero, en un ambiente donde la mentira y la corrupción que esta engendra necesariamente, es el pan de cada día, tampoco lo descarto-, han sido algunas Diócesis las que nos han prohibido, a todo el pueblo fiel, que podamos tener la Santa Misa. Como consecuencia necesaria, nos han dejado también sin Sacramentos: sin Vida en Cristo.

Pues me da que, como no abran pronto las iglesias, vamos a tener que decidirnos por eso. Nos están abocando a tomar esa decisión en las Diócesis donde se ha decretado injustamente el “cierre patronal». Porque los sacerdotes nos debemos -de modo absoluto- a Jesucristo y, por Él, a las almas.

Debernos a nuestros Jerarcas no está en ese mismo plano, sino en un segundo plano: en la medida en que la autoridad eclesial competente respete nuestro “deber absoluto». Porque la conciencia es solo nuestra, no de nuestros superiores. Como el alma, que solo es de Dios.

Por eso está perfectamente acuñada la máxima que dice: ab interius nemo iudicat, nisi Deus! Máxima, recogida en cualquier manual de moral que se precie. Y está al alcance de cualquier entendimiento.

 

 

Las catacumbas

No pretendo que lo de las catacumbas sea una ocurrencia o un invento mío; de entrada, porque hace 2000 años que están inventadas. Y porque, además, se ha recurrido a ellas siempre que se ha necesitado a lo largo de toda la historia de la Iglesia Católica, como ya he apuntado. Porque, para bien siempre, persecuciones las ha habido. Y las sigue habiendo.

Me refiero a España, como consecuencia directa del “cierre patronal” que, con ocasión de que el “bicho” pasaba por Valladolid, han organizado algunos de la Jerarquía aquí. Y esto si es una auténtica novedad en la Historia Eclesial fruto de su connivencia, por la puerta de atrás, con el gobierno que nos desgobierna, que nos roba y que nos mata. por la directa, por la indirecta y por la circunstancial: de todas las maneras posibles. Matarnos, como robarnos, está en el ADN del binomio marxista-masónico.

La auténtica NOVEDAD; perfectamente en consonancia, supongo, con la “nueva iglesia», o “iglesita», que se están montando, piano, piano…, como dicen en Italia, es esta: que ahora no se ha tratado de persecución EXTERIOR a la Iglesia, que le haya prohibido ejercer como tal, arrebatándole todos sus derechos y sus obligaciones… y hayamos tenido que irnos a las catacumbas para seguir siendo la Iglesia Católica.

En absoluto. Ahora son algunos de la propia Jerarquía los han impedido a sacerdotes y fieles su Vida en Cristo, que solo la hay en base a la Vida Sacramental.

 

 

Un fiel compromiso

Y, como no podía ser de otra manera, ha habido sacerdotes, fieles a su compromiso absoluto, movidos por su afán y amor a sus ovejas, a imitación de Cristo, Buen Pastor, al que los sacerdotes debemos encarnar -¡sacerdos, alter Christus!-, no han dudado en organizar Misas in occulto, en lugares que no eran las iglesias, con las personas más cercanas, y que han respondido con piedad y fervor.

Como ha habido otros que, con las puertas cerradas -pero que cualquiera podría abrir, pues no estaba echada la llave- han dicho la Santa Misa en sus iglesias para el que quisiera ir. Todo con el respeto a las medidas higiénicas aconsejadas.

De este modo, “obedecían” a sus obispos, y SERVÍAN a sus fieles, a los que no tenían derecho, ni por “obediencia debida” -INDEBIDA absolutamente, en el caso que nos ocupa, porque los mandatos o las leyes injustas no obligan moralmente en conciencia-, de privarles de Jesucristo: “su” Jesús.

Porque los sacerdotes estamos para “acercar” a Jesús: y no para poner impedimentos; y menos a nadie que reúna las condiciones debidas y manifieste ese deseo: ¡Queremos ver a Jesús! Y los llevaron a Él.

La “connivencia” con el gobierno -algo así como “confraternizar con el enemigo en tiempos de guerra», penado en todas partes con la pena de muerte- ha sido -ES- total y absoluta.

Por eso, algunos obispos, ante las preguntas en privado o en público que se les ha hecho llegar, han contestado -¿ingenuamente, no tan ingenuamente?- que habían hecho lo que el gobierno había mandado. Con toda razón y verdad. Porque en el “decreto” gubernamental no podían esconderse, pues el “decreto” no lo decía.

¿Entonces? ¿En qué se han escudado, pues? No queda sino pensar que lo tenían apalabrado con el mismo gobierno. Supongo que a cambio de algo. O gratis: porque nuestros Jerarcas son así, con estos gobiernos marxistas-masónicos: blanditos, blanditos; y acomodaticios a más no poder. Jamás una palabra más alta que otra… aunque haya que convertirse en “iglesita», y someterse al Poder como la mejor “iglesia patriótica” del mundo mundial.

Con lo cual, esos obispos decían verdad: lo había mandado el gobierno. Y ellos, a obedecer, dicen. Y quieren que todos hagamos lo mismo, que para eso nos han dado “ejemplo», ¿no?

Pues es que NO. Porque no podemos dejar solo a Jesús, en el nuevo calvario que le hemos montado cerrándoles sus iglesias y prohibiéndoles sus Sacramentos.

Y algunos Obispos diciendo que no hay que exagerar con lo de la Eucaristía, por ejemplo. O que no se les ocurra ir a Fátima ni a Lourdes.

¿Acaso ven mejor que vayamos a La Meca, purificándonos antes convenientemente con las abluciones que sean necesarias? No me extrañaría que los hubiese, con tal de que les dejemos tranquilos, que están sufriendo mucho, muchísimo.

 

 

Escrito por: José Luis Aberasturi, sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo-moralista, vía Info Católica.

 

 

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