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El tiempo de cuaresma nos debe servir para reencontrarnos con Dios, ponernos a cuenta con Él… y literalmente entender que debemos dejar que Dios nos cambie.

El evangelio del primer domingo de cuaresma es un programa preciso que le da sentido a la penitencia de este tiempo fundamental para la conversión del corazón. Tres tentaciones diabólicas se suceden en orden de intensidad y permanecen a lo largo de toda la historia humana, pero sobre todo en la historia de cada cristiano, especialmente por ser cristiano. Se me ocurrieron algunas cosas sobre la primera.

La primera sugestión pone la satisfacción de una necesidad corporal por sobre la fe en Dios. Convertir la piedra en pan significa invertir la lógica de la vida cristiana: la predicación de la palabra es la raíz de cualquier obra al servicio de los demás, porque solo así es un servicio verdadero; en la lógica diabólica, la palabra de Dios solo es creíble si sirve de algo, es decir, si la acción la garantiza. Desde la lógica diabólica, la acción es la que le da sentido a la Palabra y no al revés.

Puesto así, da lo mismo quien actúe y por qué lo haga, lo importante es satisfacer el hambre, salvar el planeta, cuidar a las ballenas, curar las epidemias, alcanzar la paz mundial, hacer justicia, librar al mundo del crimen, proteger el amor en cualquier forma que se presente sin más referencia que la propia voluntad, construir un orden inclusivo, o, en fin, cualquier utopía humana bienintencionada que invariablemente conduce a la tiranía del más poderoso. Convertir las piedras en pan termina por ser su contrario: en lugar de pan entregar una piedra.

Cuidado con el disfraz del egoísmo monstruoso

Lo que parece justo, sensato, bueno, moral, noble, sensible, profundo, simpático, libre, inocente, buena onda, etc., termina siendo el disfraz de un egoísmo monstruoso y fieramente apasionado, un apego tal a lo temporal en cualquiera de sus manifestaciones, que termina por ser lo que San Agustín llama el amor sui, un egocentrismo enfermo que, al despreciar a Dios, desprecia cualquier otra cosa que no sea su propia satisfacción inmediata. La marca del infierno ya en esta vida: una honda tristeza y dolor del que se huye por el ruido y las sensaciones.

La Iglesia misma se llena de estas tinieblas y en la confusión se vuelca hacia fuera, al evento, a la popularidad, se engaña buscando adeptos en lugar de predicar la Palabra como le fue encargada, cambia la caridad por el sentimiento, la imagen por sobre la realidad, se convierte en sal sin sabor y en oscuridad que caricaturiza la misericordia para convertirla en empatía, la alegría para convertirla en una especie de simplonería afectiva, la humildad para convertirla en respeto humano y cobardía para decir la verdad.

Ir en contra de la lógica diabólica

El ayuno de la cuaresma es el medio que contradice esta lógica diabólica. Es un eco de las palabras del mismo Jesucristo: No solo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios. El ayuno es paradójicamente el banquete en el que nos saciamos con el alimento más precioso: Dios mismo.

Escrito por: RONCUAZ.

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