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En los 2000 en la Argentina, había un programa de radio que terminaba con el conductor diciendo: «Libera tu cabeza que tu c… cuerpo (pongámosle) te va a seguir».
Y tenía razón.

Vean, yo corro. Corro hace mucho tiempo, más de treinta años… Y cuando corro pasa una cosa mágica difícil de explicar: mi cabeza se pone creativa, chistosa, liviana. Piensa cosas, historias, personas, es como una larga charla conmigo mismo que flota, flota mientras corre. Y flota de tal manera que, cuando me quiero dar cuenta, mi cuerpo pudo un poco más.

Hay una banda nueva que en uno de sus temas proclama en el estribillo: «¡El cuerpo siempre puede un poco más! ¡Un poco más!» y en otro de los temas canta: «Todo lo que diga lo va a filtrar mi mente. La verdad el cuerpo sabe».

Y tienen razón en todo. EL cuerpo siempre puede un poco más, y muchas de nuestras barreras y nuestra relación con el puedo y el no puedo, es interna. Los miedos son internos, muchas incapacidades son internas. Pero mágicamente, cuando los pensamientos están constructivamente ocupados, el cuerpo va.

No pretendo que salgan a correr. Yo creo que las actividades físicas son personales: una especie de amor por aquello que nos demuestra cierto feeling, (cierta sensación de placer) por eso que sabemos que nos puede mover, aunque sea un poquito de la silla en la que nos aplastamos a diario.

Nos guste o no nos guste, somos herencia animal. Está en nosotros, muy adentro, en nuestros huesos, músculos y celular el pedido imperioso del cuerpo: movete, movete. Hace lo que quieras. Lo que te guste más, lo que te moleste menos. Pero movete. Baila, salta, corre, nada. Lo que quieras. Pero movete.

Porque cuando te moves, salvas parte de tu llanura, de tus estepas, de tus confines. Le das firmeza, y le das endorfinas. Y, además, te empodera. Te sentís poderoso. Sabes que podes y que sos imparable.

Un cuerpo fuerte y un buen ánimo nos hace indestructibles. Y cuando antes lo entendamos y sepamos, mucho más pronto y mucho mejor, serán los beneficios de la nueva longevidad.

Moverse es gratis. Y es el gran secreto – a voces ya- de esta, nuestra etapa. Te lo digo yo, como médico y como persona que sabe que cuando se mueve, quiere despertar al mundo a gritos: porque lo que es bueno, se comparte.

Diego Bernardini

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