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¿Por qué las escuelas deberían ver la película «Un pequeño mundo», sobre acoso escolar? ¡Conoce más detalles sobre este filme y su mensaje!

Llega una magistral película de Laura Wandel, que debería proyectarse en los colegios para que la vieran alumnos, padres y profesores.

“Un pequeño mundo” (en el original “Un monde”) es la primera película de la cineasta belga Laura Wandel y su debut, tras realizar algunos cortometrajes, se nos antoja extraordinario: un filme que la sociedad necesita y que deberían proyectar en las escuelas para concienciar al alumnado de la pesadilla que supone el acoso escolar.

Un filme que la sociedad necesita y que deberían proyectar en las escuelas para concienciar al alumnado de la pesadilla que supone el acoso escolar.

Ganadora de varios premios en algunos festivales, “Un pequeño mundo” muestra el microcosmos del colegio mediante la mirada de una niña, Nora (Maya Vanderbeque, en una actuación tierna y asombrosa), quien, al empezar primaria, trata de adaptarse a un entorno en el que aún carece de amistades.

El primer día intenta seguir a su hermano mayor en el recreo, Abel (Günter Duret), como si este fuera su único alivio y su refugio. Al entrar en la zona perimetral regida por “los mayores” se encuentra primero con su expulsión, ellos no la quieren allí, y segundo con las agresiones a su hermano cuando este intenta defenderla de los violentos.

A partir de entonces el colegio se convierte en un calvario secreto para Abel: los compañeros le pegan, le insultan, le desprecian… Los profesores no lo ven o, cuando llegan al lugar de los hechos, la agresión ha concluido. Nora, siempre en pos de su hermano, observa ese maltrato.

Al principio trata de avisar a los adultos, incluido su padre, que los lleva y los recoge cada día. Abel, atado por esa ley del silencio que impera en los ámbitos escolares, le pide a su hermana que calle, pues la delación lo emporará todo. Nora debe elegir uno de esos dos caminos: si habla, tal vez proteja a su hermano; si calla, seguirán acosándole pero no perderá la confianza de Abel. Cuando éste sale del cole con hematomas, miente a su padre: le ocurrió jugando al fútbol.

Amor fraternal

A lo largo de sus 70 tensos e incómodos minutos, la cámara de “Un pequeño mundo” no sale del entorno del colegio y su directora va introduciendo las coordenadas propias del acoso o bullying: el acuerdo de silencio, el aislamiento, la territorialidad, la falta de amigos, la debilidad física de quienes sufren y las dificultades para integrarse porque, como afirmaba Laura Wandel en una entrevista, todos necesitamos pertenecer a una comunidad.

“No sabes defenderte”, le reprocha Nora a Abel. A ella también le cuesta encajar: sin embargo, su actitud ante el entorno es muy diferente. Pronto aprende a sobrevivir en esa jungla y a hablar con su profesora, que la escucha.

Otro de los temas esenciales del filme, y quizá el más emotivo, es el del amor fraternal, que incluye la lealtad entre hermanos. El anhelo de ayudarse, de protegerse del mundo y sus hostigadores, de confiar uno en el otro. Pero ese entorno va haciendo mella en su relación, va deteriorando sus vínculos. Abel es una oveja a la que acechan los lobos. Pero tras las opresiones puede llegar a suceder algo aún peor: que la oveja acabe convirtiéndose en un lobo para sobrevivir en el ecosistema.

Para transmitir la sensación de agobio y asfixia, casi podríamos decir de claustrofobia, Wandel rueda su película mediante lo que llaman“experiencia inmersiva”, es decir, con la cámara siempre cerca de Nora, siguiéndola en todo momento, enfocando sus ojos o su nuca para que miremos lo que ella mira, escuchemos lo que ella escucha y percibamos sus impresiones.

Esto deja fuera de plano muchos momentos críticos (las agresiones, las riñas, los adultos) para que nosotros hagamos el esfuerzo de imaginarlos. Algo similar a lo que nos mostraba “El hijo de Saúl” al contarnos las penurias de un prisionero en el campo de concentración de Auschwitz.

Su directora reconoce la influencia de cineastas como Luc y Jean-Pierre Dardenne y Michael Haneke. Pero, allá donde Haneke, pesimista y crudo, hubiera terminado su película con un final atroz, Wandel concluye con un toque de amor. Esa sensibilidad femenina engrandece el filme: el gesto final supone la herramienta necesaria para frenar la violencia.

 

 

Dispone de una guía didáctica

La distribuidora de la película, Avalon, ha preparado una guía didáctica desarrollada por Joaquín Palencia Serrano, psicólogo y orientador educativo, para “ayudar al alumnado a construir una serie de valores relacionados con el bullying y la violencia escolar a partir del visionado de la película”. Puede consultarse aquí.

 

 

Escrito por: José Ángel Barrueco, vía Aleteia.

 

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