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El futuro de nuestra casa común está en nuestras manos.

Una vida Laudato Sí, como todo en la vida, es una cuestión de compromiso. En este caso de compromiso con nosotros mismos y con los demás. De compromiso con nuestra casa común. De compromiso con Dios.

Puede parecer abrumador en un primer momento. ¿Realmente cada uno de nosotros somos responsables de dejar nuestro planeta habitable a la humanidad que nos sucederá? 

Efectivamente. Tú, yo, nosotros, ellos… Cada uno puede hacer, en la medida de sus posibilidades, pequeños cambios de vida que supondrán una gran transformación en el cuidado de la tierra que habitamos, vivas en un país desarrollado o en desarrollo . 

Aquellos que tenemos hijos, cuando pensamos en su futuro, queremos que sean felices. No nos planteamos que tengan que vivir una guerra o que les falte agua, alimento o aire. Pero, ¿qué le está pasando a nuestra casa? ¿qué hemos hecho con nuestro aire, con nuestros océanos, cómo hemos generado el cambio climático?

Las decisiones erróneas durante muchos años (el consumo desmesurado de combustibles fósiles, de aerosoles, de fertilizantes; el aumento de la ganadería para alimentar a una población creciente; la ingente cantidad de residuos generados por un afán consumista y una vida rápida, de usar y tirar) nos han llevado al punto en el que estamos.

Como señala el papa Francisco en su encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, “toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo”.

Una sociedad, una vida al “estilo Laudato si’” implica pues un cambio de paradigma desde la política hasta las personas. Implica que la política deje de estar al servicio de intereses exclusivamente económicos. Una política impregnada de humanidad, de conciencia, de sensatez, de misericordia, de humildad, de respeto a los demás y de cuidado de nuestra casa común.

La defensa de nuestro planeta es la defensa del ser humano

  • Significa garantizar la disponibilidad de agua en cantidad y calidad suficientes.
  • Significa reducir las desigualdades a través de instrumentos que abarcan desde el fomento de las capacidades o la transferencia de tecnologías.
  • Implica poner en valor a los agricultores, tan olvidados y tan importantes, garantes de nuestra seguridad alimentaria.

Debemos entre todos abordar el reto que supone una vida al estilo Laudato si’, enfrentando cada problema, según las peculiaridades de cada territorio. Debemos practicar la teoría de que muchos pequeños cambios generan una transformación real en el sentido deseado. 

Todo ello implica una transformación en la manera de vivir que exige entender: 

  • que los recursos son limitados,
  • que debemos evitar el consumismo,
  • que conviene reutilizar los objetos, reciclar y no desperdiciar de alimentos,
  • que apostemos por invertir en las personas y en el conocimiento,
  • que es importante recuperar las tradiciones, la cultura de cada territorio para obtener lo mejor de cada lugar
  • que los empresarios se centren a proyecto que mejoren el mundo, que trabajen para nuestra casa común desde el respeto a las personas, desde la creatividad, la ciencia y la pasión por el trabajo bien hecho.

¿Cómo?

  • Minimizando al máximo los productos que consumimos.
  • Utilizando solo los materiales que realmente necesitamos (ropa, alimentos, tecnología, etc)
  • Optimizando el consumo de agua
  • Disfrutando de una alimentación saludable basada en la Dieta Mediterránea con alto contenido en legumbres que tanto bien hacen a nuestra salud y a nuestros suelos
  • Disminuyendo el uso de combustibles fósiles y sustituyéndolos por energías renovables
  • Caminando más o utilizando la bicicleta o el transporte público siempre que sea posible.
  • Comprando productos locales para reducir nuestra huella de carbono global.

Vía Aleteia

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