El reto en la tercera es mantener la proactividad en el día a día.
“El diablo sabe más por viejo que por diablo”, así empezaban algunas de las reprimendas que recibí en mi tierna infancia. Mi madre me decía algo que me era incomprensible, que siempre podía ver más allá de mis narices, porque había vivido más que yo. ¿Cómo si ella no estaba en mi onda podía saber más que yo? Algo, que cuestioné hasta cuando fui madre. Efectivamente ahí comencé a darme cuenta, ahora yo podría decirle lo mismo a mi hijo; quedándome claro “el valor de los años vividos”.
Hoy soy relativamente joven, estoy en “los segundos quince” como dice una amiga. Esto, me hace atesorar y valorar lo vivido, teniendo claro que el paso del tiempo ofrece la posibilidad de apreciar lo que fue y disfrutar lo que hay.
Desde ese lugar de honrar los años, una que otra experiencia de trabajo con personas mayores y los estudios sobre los aportes que dan las personas de la tercera edad a la sociedad, me permito hacer algunas sugerencias para ayudar en su calidad de vida:
Estar siempre en compañía, preferiblemente de sus pares
Si es dentro de un asilo introducirlo para procurar que tenga amigos en el lugar. Que alguna enfermera lo observe, si comparte su tiempo con alguna otra persona o que converse con él un rato al día.
En casa, que comparta con los niños, que jueguen juntos. Hay que motivarlo en esta actividad porque no necesariamente al inicio sabrán cómo llevarse con “la nueva ola”. También aclararle al niño que debe ser respetuoso y amable, ya que probablemente no se entiendan tan bien si no han compartido antes.
Mantenerse ocupado
El cerebro también debe ejercitarse y la mejor manera para esto son matemáticas o lenguaje. Tener a la mano actividades como sudoku, sopa de letras, cálculo mental, acertijos o juegos de cartas permiten que esté activo y atento. Con el paso del tiempo tendemos a enfocarnos en nosotros mismos y a tener pensamientos recurrentes que nos desconectan de nuestro entorno. La idea es mantener atención dentro y fuera para estar conectados.
Realizar paseos o actividades
Siempre a su ritmo, esto les permite sentirse útil, sobre todo en el proceso de jubilación. Muchas veces si este no fue planificado, se genera una autopercepción de inutilidad por el cambio de rutina. Son pocas las actividades en las que los adultos mayores puedan sentirse valiosos. Una de las mejores estrategias son los paseos recreativos o actividades rutinarias con las que se puedan redescubrir lugares y saber que están siendo de ayuda para alguien además de ellos mismos.
En la actualidad la ciudad ofrece algunos lugares interesantes para ir con los abuelos o padres. Donde se puede pasar el día, jugar y tener encuentros de valor con sus pares, guiados por personas que disfrutan este trabajo y comparten la alegría del paso del tiempo y de ayudar.
Es importante honrar a quienes estuvieron antes o a quienes saben más, recordando que “los años son como las estrellas a mayor cantidad más luz”.
Por: Ma. del Carmen Rodrigo
Psicóloga Clínica