Después del terremoto que golpeó duramente a Manabí y Esmeraldas principalmente, el voluntariado de muchos es un verdadero ejemplo a seguir.
Manuel Avilés, tiene un lazo muy fuerte con Manabí. Durante su adolescencia sirvió un año como voluntario salesiano en Manta, conociendo de cerca a muchos sectores como la parroquia Tarqui que fueron fuertemente afectados por el terremoto de 7.8 grados que sacudió al Ecuador el pasado 16 de abril.
Su experiencia en el campo del voluntariado y sobre todo su cariño por la provincia manabita, impulsaron a este fotógrafo guayaquileño a emprender, junto con varios amigos, una campaña de recolección y movilización de donaciones para los damnificados del desastre.
Para su sorpresa, al día siguiente del terremoto lograron trasladar 3 camionetas repletas de vituallas; mientas que para un segundo viaje, el convoy de vehículos ascendió a 8, sumándose en la carretera a “una cola de carros impresionante” que se dirigía a entregar ayuda, manifestó.
El voluntariado desinteresado
Y es que para este voluntario, parte del éxito que ha tenido ésta y otras iniciativas han sido gracias a las redes sociales, pues sin ellas “al menos un 70% de las donaciones no habrían llegado a las zonas afectadas”.
Parte del éxito que ha tenido esta y otras iniciativas, han sido gracias a las redes sociales.
Manuel señaló que en Jama, por ejemplo, encontró a un anciano que sobrevivió al terremoto porque su silla de ruedas aguantó el peso de una viga que le cayó encima; sin embargo, el aparato quedó inservible. A través de Facebook, transmitió la historia que fue compartida 4 mil veces y no solo consiguió la donación de una sino de 15 sillas.
Asimismo, comentó que a través de las plataformas electrónicas le han solicitado gestionar el traslado de aproximadamente 16 toneladas de donaciones provenientes del extranjero, considerándose “solo una herramienta” para ayudar a encauzar este proceso.
Capacidad y unión
Es así que la mayor lección que este período de emergencia le ha dejado, “es la capacidad de acción de los ecuatorianos y esa unidad que no sabíamos que teníamos (…) En esta situación todos han puesto su granito de arena, desde la persona que reza hasta los rescatistas a los que me les saco el sombrero”, agregó.
En ese sentido, destacó que entre todos los voluntarios “ha prevalecido el criterio”, permitiendo que la canalización de la ayuda se realice cada vez más organizadamente revisando aspectos aparentemente simples como la distribución de los insumos dentro de los vehículos.
Además, mencionó que su grupo se ha encontrado con otros provenientes de ciudades como Quito y Ambato con los cuales han intercambiado información para conocer cuáles son los lugares que aún no han sido abastecidos.
Levantar el espíritu
Pero el deber del voluntario también implica levantar el espíritu de los damnificados como también el propio, insistió Manuel, pues existieron escenarios en los que “a mucha gente le dejábamos los víveres y lloraba, entonces era imposible no quebrarse”. Por tanto, el próximo 14 de mayo, un aproximado de 6 grupos de voluntarios viajarán nuevamente a las zonas afectadas con el propósito de adoptar poblaciones y desarrollar actividades que les regalen alegría.
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