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A LOS HOMBRES Y MUJERES QUE HABITAN EN EL ECUADOR

Queridos Hermanos y Hermanas
Este próximo 13 de abril hemos sido convocados a las urnas para elegir a
quien, desde la función Ejecutiva, tendrá la responsabilidad de enfrentar la
dramática situación que vive nuestro país, generada, especialmente, por
la pobreza, la corrupción y la impunidad; situación agravada por una
violencia creciente debido a la presencia de mafias y grupos delictivos. Es
nuestra oportunidad, como ciudadanos, de escribir, con nuestro voto, para
el Ecuador, una nueva historia.
La urgencia del presente nos exige que volvamos a ser hermanos y
amigos, libres de odio, de revancha y de mezquinos intereses. No hay
tiempo que perder. La necesidad del otro es un imperativo ético y político,
no un eslogan de campaña o un afiche publicitario.
Como pastores de la Iglesia Católica, llamamos a todas las fuerzas
democráticas, independientemente del resultado, a poner lo mejor de sí:
su voluntad y su inteligencia al servicio del Ecuador, superando toda
forma de violencia y polarización. Es necesario “desarmar las palabras”
(Papa Francisco), que alientan la confrontación, para desarmar las
mentes y los corazones. El Ecuador tiene un precioso patrimonio cultural,
humano y espiritual, que debe ser fuente y fundamento de nuestras
acciones personales y colectivas.
La política, como sabemos, está orientada hacia el bien común; una
acción sostenida por principios éticos y valores sociales, como la justicia,
la equidad y la solidaridad. Es tiempo de dejar de lado la descalificación
del adversario y las amenazas a quién piensa diferente y concentrar todos
nuestros esfuerzos en la creación de empleo, en la mejora de los servicios
de salud y de educación, en la atención a los sectores más vulnerables, en
políticas públicas que defiendan la vida y la familia y en el cuidado de la
Casa Común.
Como parte del pueblo ecuatoriano, nos sumamos al diálogo de todos los
sectores sociales; un diálogo ético con los que piensan diferente, una
escucha empática de quiénes hablan desde su dolor. Dialogar, no para
repartirse el poder y enquistarse en él con mesianismos totalitarios, ni
tampoco para obtener prebendas a cambio de votos. El arte de gobernar
es la renuncia radical del “yo” y la apertura absoluta al “nosotros”; un
“nosotros” que incluye a “todos”, y del que nadie debe renegar.
Auguramos que la jornada electoral que se avecina sea un hermoso
canto a la vida, a la armonía y a la comunión. Una fiesta de la democracia
en la que la verdad de los resultados esté garantizada, tomando en
cuenta hasta el último voto. Un acto de fraternidad social y política en la
que vencidos y vencedores acepten la voluntad de la mayoría y se
comprometan a trabajar juntos, respetando el estado de derecho, la
división de poderes y la oportuna alternabilidad en el ejercicio del poder.
La realidad, sin embargo, no se cambia verdaderamente si no hay una
transformación del corazón. Por ello, encomendamos la vida de cada
ecuatoriano, de cada persona que vive en este país y de los nuevos
gobernantes a la protección del Sagrado Corazón de Jesús. Un corazón
abierto y traspasado que nos muestra que no estamos solos en nuestros
proyectos y batallas.
El 13 de abril, Domingo de Ramos, en todas las celebraciones eucarísticas
elevaremos nuestra oración ferviente por este país que tanto amamos.
Votemos con esperanza, miremos hacia adelante y, así, expresemos
nuestro compromiso por un Ecuador mejor en libertad y democracia.
¡Sagrado Corazón de Jesús, salva al Ecuador!
CONSEJO DE PRESIDENCIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA
Cardenal Luis Gerardo Cabrera Herrera, ofm
Arzobispo de Guayaquil
Presidente de la CEE
Mons. Alfredo José Espinoza Mateus, sdb
Arzobispo de Quito
Vicepresidente de la CEE
Mons. David de la Torre Altamirano, sscc
Obispo Auxiliar de Quito
Secretario General de la CEE

Fotos www.freepicks.es

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