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Es necesario conocer las posibles causas de los trastornos depresivos en la tercera edad y estar atentos.

Todos, sin importar nuestra edad, estamos expuestos y atravesamos breves períodos de tristeza o melancolía, casi siempre detonados por alguna situación en particular. Sin embargo, cuando esto se prolonga, podría tratarse de un trastorno depresivo. La depresión es uno de los mayores desafíos de la vida moderna, está entre las tres mayores causas de discapacidad en el mundo. Afecta aproximadamente a 15 de cada 100 adultos en la tercera edad.

Frecuentemente este tipo de trastornos pasan desapercibos en personas de la tercera edad, ya que se asume que es parte del envejecimiento o por algún problema de salud. Pero la realidad es que son muchos los síntomas físicos que se pueden presentar como consecuencia de alteraciones al estado anímico. Por ejemplo, cuadros de mucha fatiga, dolores abdominales o de cabeza, decaimiento, falta de apetito o trastornos del sueño. Estos síntomas son los que debemos tener en cuenta como señales de alarma para identificarlo.

¿Qué produce depresión en la tercera edad?

Considero que la principal razón es la sociedad. Vivimos bajo el tabú de que el adulto mayor ya no puede hacer nada, que debe estar en una mecedora, tejer y ver televisión. Pues no. Esta etapa se caracteriza por cambios importantes, con ciertas limitaciones, en las rutinas y en los roles que antes desempeñaban. Por lo que la tercera edad debería ser considerada como “una nueva oportunidad de vida”. Aquí, a pesar de las restricciones que existen, hay más tiempo para disfrutar lo que antes se trabajó o que no se tuvo tiempo de hacer por múltiples responsabilidades.

Acudir a un geriatra para una evaluación completa. Este podrá evaluar si no existe una base orgánica para los cambios presentados en el adulto mayor. La psicoterapia siempre será una magnífica herramienta para poder detectar asuntos que generan malestar emocional y aliviar la carga que representan. Encontrar nuevas fuentes de motivación, puede ayudar a darle nuevamente sentido a la vida.

En definitiva de lo que más se beneficia el adulto mayor con esta condición es el poder compartir su sabiduría con otros, manteniéndose activos y sintiéndose útil. Además, tener su mente estimulada, tener una vida social dinámica, compartir actividades con quienes lo rodean y especialmente, sentirse amados, acompañados y escuchados por sus seres queridos.

 

Por: Psic. Cl. María José Barredo S.

Máster en Cuidados Paliativos y Psicoterapia

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