Los antoconceptivos hormonales pueden producir serios problemas para la salud, tanto física como también mental.
En un artículo anterior, les compartí las principales consecuencias y los efectos secundarios que los anticonceptivos hormonales pueden generar a nivel de la fertilidad y en general en la salud física femenina. De hecho, son los más conocidos y la gran mayoría reportados en la letra pequeña de los efectos adversos de las hormonas sintéticas.
Hoy quisiera profundizar con ustedes en las alteraciones de un reciente estudio y que han sido el objeto de múltiples investigaciones actuales: disfunción sexual femenina y afecciones en la salud mental.
Estos “efectos comúnmente no se describen en la ficha técnica de estos fármacos, no se reflejan en el consentimiento informado y no forman parte del discurso público o de la toma de decisiones clínicas con respecto a estos medicamentos”. Es importante conocer y hacer seguimiento de este tipo de análisis porque cada vez es mayor la evidencia científica que los respalda.
Efectos de los anticonceptivos hormonales
Dividiremos este tema, las alteraciones que producen los anticonceptivos hormonales, en varias partes:
Efectos en la función sexual
La función sexual femenina depende tanto de factores internos (biológicos, psíquicos, emociones, percepciones, memorias, procesamiento sensorial cerebral, etc.) como externos (relación de pareja y familiar, trabajo, estrés laboral y familiar…). No obstante, es fundamental comprender que las hormonas sexuales juegan un papel crucial en la manera en que las mujeres expresan su sexualidad y viven la intimidad con sus parejas.
Así, se ha demostrado que la testosterona, al igual que otros andrógenos (hormonas sexuales que predominan en el hombre pero que nosotras también tenemos), desempeñan un papel importante en el mantenimiento del interés y la función sexuales. De esta manera, los niveles de testosterona aumentan durante la fase folicular y llegan al pico máximo en el tercio medio del ciclo, disminuyendo en el tercio final. Por su parte, los estrógenos se han asociado al aumento del grosor del epitelio vaginal y de su capacidad de lubricación en la excitación y durante la relación sexual.
De acuerdo con lo anterior, se ha encontrado que dos cambios hormonales pueden generar disfunción sexual y estos son: disminución o variaciones en las fluctuaciones de testosterona y/o elevación de la prolactina (hormona de la lactancia pero que también puede elevarse con algunas patologías o medicamentos). El déficit de testosterona se ha asociado a bajo interés sexual y la elevación de prolactina, como consecuencia de la privación estrogénica asociada, ocasiona resequedad vaginal y dispareunia (dolor durante la relación sexual).
Entendiendo este contexto, se puede vislumbrar lo que ocasionan los anticonceptivos hormonales, los cuales se han asociado específicamente a dos afecciones en la función sexual femenina: disminución de la libido o efecto negativo en el deseo sexual y dispareunia (por los efectos a nivel vulvar y vaginal). Específicamente, con los anticonceptivos combinados (estrógeno más progestina), el estrógeno sintético genera una disminución de los andrógenos (dehidroepiandrosterona, androstenediona y testosterona) al inhibir la enzima 5 alfa reductasa y al aumentar la globulina de transporte de hormonales sexuales (SHBG por sus siglas en inglés) que provoca a su vez, una reducción de la testosterona libre (la hormona realmente activa que puede ser usada por nuestro cuerpo).
La progestina está presente tanto en los anticonceptivos combinados como en los simples (que contienen sólo el componente progestágeno). Estos varían en sus efectos, con algunas que son pro-androgénicas (favorecen el aumento de los andrógenos) y otras anti-androgénicas (llevan a una reducción de los mismos). Sin embargo, todas están asociadas, incluso en dosis bajas, con disminución de la lubricación vaginal y dolor a nivel vulvar (concretamente a nivel vestibular), lo que claramente se traduce en disfunción sexual (dispareunia).
Igualmente, los anticonceptivos hormonales se han relacionado en un 30% con un incremento de la prolactina y con las consecuentes implicaciones a nivel vulvar y/o vaginal ya mencionadas de esta elevación.
Efectos en la salud mental
Existe evidencia de que nuestro estrógeno natural (estradiol) es neuroprotector y reduce el déficit cognitivo y los desórdenes afectivos. Además, modula ciertos neurotransmisores como la serotonina, dopamina y noradrenalina en los estados depresivos.
En contraposición, el estrógeno sintético (en los anticonceptivos combinados el más usado es el etinilestradiol) así como las progestinas, no solo no tiene los mismos efectos positivos a nivel neurológico, sino que múltiples artículos sustentan que pueden generar cambios en el estado de ánimo en un 29% y labilidad emocional. Del mismo modo, un incremento en síntomas depresivos y fatiga, con una mayor posibilidad de un diagnóstico de depresión en los primeros dos años de uso de los anticonceptivos, en comparación con la población que no los usa, riesgo que se extendió por el resto de la vida.
En este punto, cabe recalcar que la población adolescente es especialmente sensible a estos efectos en la salud mental, con puntuaciones más altas de síntomas depresivos concurrentes hasta un 130% más cuando se iniciaron antes de los 20 años y con un primer diagnóstico de depresión con 1.8 veces más riesgo con anticonceptivos combinados y 2.2 veces más con los simples.
Más aún, los mismos investigadores, unos años después, comprobaron que la anticoncepción hormonal en adolescentes se asoció con un riesgo 2 veces mayor de intento suicida y 3 veces mayor de suicido consumado. Esto es sustentado por otros estudios similares que son enfáticos en la susceptibilidad de las adolescentes a este tipo de efectos secundarios con anticoncepción hormonal.
En cuanto a los desórdenes de ansiedad, se ha descrito que la anticoncepción hormonal afecta la amígdala cerebral, zona relacionada con el procesamiento del miedo y las respuestas secundarias a este. Así, el uso de anticonceptivos hormonales se asocia con respuestas noradrenérgicas y de los glucocorticoides alteradas a los factores estresantes. También, se halló una actividad cerebral elevada en la corteza cingulada anterior dorsal y la ínsula, es decir, las regiones cerebrales que típicamente se encuentran hiperactivas en el trastorno de estrés post traumático.
En Colombia, se realizó una evaluación para valorar la ocurrencia de los episodios de depresión y ansiedad en mujeres universitarias de Tunja y se constató una asociación estadísticamente significativa 3.3 veces mayor entre los métodos hormonales y la depresión y 1.4 veces mayor con los trastornos de ansiedad.
Recomendación
Por consiguiente, a la luz de estos últimos análisis, mi recomendación a todas las mujeres es realmente considerar estos hallazgos al tomar decisiones para su vida y su salud integral, preguntando por todas las opciones de tratamiento cuando presenten síntomas ginecológicos que requieran intervención y, a mis colegas, les propongo reservar el tratamiento hormonal para aquellas patologías ginecológicas de difícil manejo que no responden a las terapias de primera línea y siempre considerando individualmente y a cabalidad todos los antecedentes de cada paciente.
Escrito por: Ana Carolina Rojas Figueroa, Ginecóloga & Obstetra de la Universidad de La Sabana en Bogotá, Colombia, vía amafuerte.com
-
Lee también sobre: Ser mujer: conocerme, amarme y dejarme amar.