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En medio de tanta incertidumbre y miedo causado por los tiempos difíciles que vivimos… no debemos perder la esperanza.

La esperanza…

En esta ocasión traigo una frase del ensayista, novelista y poeta libanés, Khalil Gibran, que dice así:

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.

Detrás de todo invierno vital –o infierno existencial-, detrás de cada situación adversa, tanto vivida en el corazón como en las vicisitudes de lo cotidiano, en el ámbito personal o profesional, hay aspectos que nos impactan y mucho. Necesitamos recordar que después de cada adversidad siempre hay algo bueno, un “algo mejor nos espera” que nos cuesta vislumbrar.

Esto que es figurado, se traduce en una manera distinta de abordar el día a día de nuestras vidas, una forma de hacer que se apoya en la convicción de que los malos momentos que tenemos que atravesar se hacen más llevaderos cuando somos capaces de mirar lo que nos acontece con ojos serenos de larga perspectiva. La esperanza es una inteligente manera de mirar el futuro.

 

 

¿Qué es la esperanza?

La esperanza nos permite observar y vivir la adversidad con una mirada que ve más allá del momento actual, nos hace capaces de comprender que lo que ahora nos ahoga quedará atrás tarde o temprano y que después vendrán nuevos momentos, más llevaderos, más favorables; y que de lo aprendido de forma abrupta, obtendremos una nueva habilidad para vivir.

La esperanza es un estado de ánimo que nos sostiene de pié ante la vida cuando entendemos que la adversidad pasará y que volveremos a alcanzar el bienestar que perdimos o se vio alterado.

Tras toda agitación hay una calma que esta por llegar. Toda guerra, tarde o temprano, queda reemplazada por la paz. El desafío reside en mantener la esperanza en un rincón del alma y desbordarla a los que están en nuestro día a día mientras atravesamos la tribulación, el desconcierto o, a veces, la desesperación. ¡Esto también pasará, sigue adelante!

Cuando hacemos el ejercicio de recordar situaciones anteriores difíciles, vividas con gran preocupación o desesperanza, nos damos cuenta que casi siempre, tras ellas, hemos llegado a la salida del túnel, hemos superado el bache y hemos vuelto a disfrutar de buenos momentos… pero claro, metidos en el remolino de los acontecimientos, fuimos incapaces de entender que había salida.

 

 

Afrontar la incertidumbre

Una de las cosas que más inquieta al ser humano es la incertidumbre. Vernos en situaciones fuera de nuestro control cuyo término o resultado es impredecible, suele generarnos bastante desasosiego y pérdida de esperanza. Estar convencido de que saldremos adelante, darnos el margen de tiempo necesario para lograrlo y poner nuestro esfuerzo en ello con entrega generosa de actitud y acción, nos permite mantener sólida la esperanza y eso llena de esperanza a los demás.

La adversidad enfrentada con buena actitud y asumida con la debida humildad nos ayudan a entrenar la serenidad; y las muchas o pocas fuerzas que tengamos puestas en acción con fe o convicción, nos ayudan a apuntalar la esperanza. El día a día toma una dimensión distinta cuando nos ponemos manos a la obra como si todo dependiera de nosotros y, por qué no, con la esperanza como si todo dependiera de Dios o de una fuerza externa superior.

Y ahora reflexionemos juntos: ¿vas a perderla a estas alturas? ¡Más bien contagia esperanza, harás que crezca en ti y harás que crezca en los demás!

 

 

Escrito por: Borja Milans del Bosch.

 

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