Compartir:

El Virus que Paralizó al Mundo… Covid – 19: Ironías y lecciones que todos de una u otra manera hemos aprendido y seguiremos aprendiendo.

“Cuando los hombres se muestran más seguros y arrogantes, lo habitual es que estén más equivocados que nunca”, David Hume.

Un planeta inmovilizado

Planeta inmovilizado, tiembla la economía mundial, se derrumban los poderosos que, pusilánimes, no atinan qué mismo hacer. Hay miedo e incertidumbre en todos los estratos económico y sociales. Nos azotan la mortandad, el sufrimiento, el dolor; la esperanza de la Tierra se estremece ante la oscuridad de la duda, de la angustia y de la impotencia.

Esta calamidad y la infelicidad que nos trae, no la provocó -como hubiésemos imaginado- una guerra atómica o un fatídico cataclismo, ni un tsunami gigantesco, ni el impacto de un gran meteoro; no, no, la desencadenó un organismo diminuto, un virus, visible solo a través de un potente microscopio. ¿De qué sirvió tanto poder bélico, tanta riqueza derrochada en “investigación”, tanta soberbia, tanta autosuficiencia, si no se ha podido -hasta ahora- enfrentar con éxito a un minúsculo enemigo que paraliza el mundo con aciagos desenlaces?

Con cuánta vanidad, hasta con violencia y desprecio, se hubiera reaccionado, si una voz “desquiciada” hubiera suplicado al mundo que se detenga un momento -hoy y ahora- a ordenar sus prioridades, a reflexionar sobre la importancia que merecemos los seres humanos, a que nos demos cuenta que la naturaleza no nos perdona los ultrajes que le hemos infringido; a percatarnos que el dinero, lo material, simplemente, son medios y ¡no fines! Y, lo más importante, para recordarnos que hay leyes trascedentes, que hay un Dios olvidado al que se lo ha pretendido liquidar o reemplazar con ídolos efímeros. Pues, ese microbio, esa voz silenciosa pero mortífera, ha obligado al mundo -al fin- a detenerse, a enclaustrarse y a reflexionar.

 

 

Lecciones que debemos aprender

En medio de tanta zozobra y daño que nos asola, no es difícil -si ponemos atención- percibir sabias lecciones que -ojalá- las aprendamos bien y tomemos acciones, desde ahora y luego que pase esta catástrofe que nos propina una inmisericorde reprimenda, nos zarandea con furia, nos interpela a ser mejores individuos, a mejorar nuestras familias, a mejorar la sociedad, en fin, a hacer un planeta mejor para vivir, o un planeta para vivir mejor. ¿Qué será lo que quiere decirnos, cuando solo ataca a los seres humanos, protege -en algo- a los niños y no daña la naturaleza, a sus animales y floras?

No es coincidencia que esta forzada cuarentena haya venido con el tiempo litúrgico de la Cuaresma, de los católicos, donde se nos encarece oración, paz, silencio, sacrificio, reflexión. Confiemos que el Domingo de Resurrección ilumine con esperanza y optimismo un mejor mañana para nuestra amada Tierra.

 

 

Escrito por: Roque Morán Latorre, Quito, 06 de abril de 2020.

 

 

Compartir: