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Ante lo peligroso que está nuestro país, compartimos la opinión de Eduardo Reinoso Negrete, que se titula: Helados, fuego cruzado y conducta humana.

Una heladería desde siempre ha sido sinónimo de infancia y felicidad; ¿cuántos domingos usted habrá visitado una?, también ¿cuántos premios en la juventud fueron con un helado?, ¿cuántos recuerdos entre hijos y padres?; lamentablemente eso cambió.

Un niño de once años encontró en aquel lugar de felicidad, cuatro tiros y su propia muerte. Esas balas perdidas que arrebataron la vida a Sebastian provenían del fuego cruzado entre un policía entrenado y un delincuente.

Este hecho debe aclarar su conciencia y terminar de enterrar, de una vez por todas la postura a favor del “libre porte de armas”, pero si aún considera que armar a la ciudadanía es una propuesta viable, le pido con mucho respeto que lea este artículo hasta el final.

 

CONDUCTA HUMANA 3

 

La trampa del cerebro

El cerebro tiene 3 subsistemas o partes que intervienen en las decisiones: el córtex que es la parte racional, la que piensa; el límbico que es donde se encuentran las emociones, la que siente,  y el  reptiliano que es el sistema automático de supervivencia, o en otras palabras el que reacciona.

La inseguridad y peligro, prenden las alarmas del sistema de supervivencia, ante ello nuestro cerebro busca protección y dominación, por lo cual el primer impulso normal es reaccionar y enfrentar dicha situación con medidas instintivas provocadas por la ira e injusticia.

Así que sentir ganas de  defenderse del delincuente usando el máximo de fuerza, es hasta cierto punto entendible, el problema es la efectividad del mecanismo, porque conlleva consecuencias colaterales.

 

CONDUCTA HUMANA 4

 

Conducta del delincuente frente al libre porte de armas

Para los que creen que permitir el libre porte de armas puede convertirse en una medida disuasiva, en la que el delincuente por el peligro que implica robar, dejará de hacerlo, debo aclarar que eso no va a ocurrir.

Un rótulo de vigilancia, por ejemplo tiene efecto disuasivo en la medida en que el delincuente previamente puede ver la amenaza; eso por ejemplo permite que elija otro hogar u otra víctima; pero en un asalto normal el antisocial no puede distinguir entre alguien armado o no, por ende no tendría mayor efecto disuasivo.

Lo que si va a cambiar es la psicología del bandido, el cual sabiendo que su actividad delictiva representa más peligro, acumula más miedo, estrés y adrenalina, lo que resulta en dos probables comportamientos: «salir más drogrado o más armado», y con ello aumenta la propensión a que los delitos sean más agresivos, por lo que la medida podría convertir a muchos ladrones en asesinos.

La sabia frase: «la violencia trae más violencia», debe creerla, o pensaba realmente que el antisocial por el miedo a que usted salga armado se va retirar de la actividad delictiva diciendo: «Ahora voy a ser agricultor» ¡Pues no! el antisocial seguirá siendo antisocial (ahora más peligroso) hasta que entre en un proceso de tratamiento.

 

 

Toma de decisiones: el dilema entre asumir o exigir

Hay responsabilidades que todos podemos asumir momentáneamente, por ejemplo si mañana usted es empresario y quizás su conserje no asiste al trabajo, puede usted mismo ir al banco y hacer los trámites; es válido, en la medida en que pueda hacerlo eficientemente y esto no genere ningún riesgo o descuido en otra área sensible.

Pero asumir parte de la responsabilidad de la seguridad sin ser expertos; es como que usted mañana asuma la responsabilidad de ser el mecánico de su carro haciendo un cursito, porque el mecánico que utiliza le está fallando.

Vivimos momentos donde es preferible exigir y apoyar a las autoridades porque si lo que hacen resulta, nos hace bien a todos. Nadie se ha vuelto mecánico de su carro o cirujano de sus hijos, ¿qué le haría pensar a usted que sí tiene la capacidad de defender la vida de los suyos en un conflicto armado?

Entendimiento de nuestra sociedad ecuatoriana

Hay que tener en cuenta que cuando compras un arma entra a un hogar, por ende hay que conocer el estado situacional de las familias.

Una medida como esta debe prever un análisis de factibilidad donde se evalúen índices como: consumo de drogas, violencia intrafamiliar, femicidios, suicidios, trastornos psicológicos post covid, indicadores que lamentablemente están al alza y hacen inviable esta medida; y el ecuatoriano promedio lo sabe.

En una encuesta realizada por la investigadora Click Report, en su informe de octubre del 2021 levantada en Guayaquil y Quito, en la cual se identifica a la inseguridad como el primer problema del Ecuador, señala también que el 74,85% de los ciudadanos no aprueban la medida del libre porte de armas.

¿Por qué? Sencillo, se imaginan por un instante que se aprobara en una cultura del: “Tú no sabes quién soy yo”; imaginan con los niveles de corrupción existentes, cuantas personas pasarían (sin merecerlo) esos supuestos tests psicológicos.

 

 

Efectividad técnica de la medida

El porcentaje de aciertos en “tiro instintivo en combate” (que no es lo mismo a tiro al blanco) de una persona medianamente entrenada es del 33% al 55%, es decir para impactar a un ladrón deberías de disparar aproximadamente una bolea de tres tiros para que impacte uno.

Luego el mismo entrenamiento te exige, que si el delincuente está herido debes acercarte a rematarlo, por lo que existirían 4 disparos por cada delincuente abatido.

El mayor problema pasa porque, según Click Report de las personas que manifiestan haber sido víctimas (ellos o sus familiares) de un asalto en el 2021, en el 83% de los casos fueron atacados por un número superior a 2 delincuentes. Eso significa descargar promedio entre 9 a 12 balas, sin contar que los delincuentes también van a disparar.

Ahora bien dígame qué se le viene a la mente cuando llevamos esto a un contexto cerrado como un restaurante, bus o un centro comercial. Sí, exacto sería una lluvia de sangre, sin tomar en cuenta que los indices de efectividad de repeler el ataque bajan aún más, cuando el blanco está en movimiento y sabiendo que el ladrón siempre tiene a su favor el «efecto sorpresa»; ya dice el conocido refrán: «todos tenemos un plan, hasta que nos ponen un arma en la cabeza».

Conclusión

Considero que ya perdimos un niño, y no es necesario perder más o ser fan del Gobierno para entender que debemos apoyarlos para que tomen medidas y arrasen (ellos) con los delincuentes.

Particularmente considero que la solución está en volvernos a unir otra vez, como en el plan de vacunación; esa fue una gran muestra, de la capacidad del ecuatoriano para lograr imposibles; recordemos que si bien el rostro del enemigo hoy ya no es el covid sino la delincuencia; la causa sigue siendo la misma, ¡SEGUIR CON VIDA!

 

 

Escrito por: Eduardo Reinoso Negrete, MME. Experto en Conducta Humana y referente en neuromarketing y CEO de Profits Consulting Group.

 

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