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¿Qué hacer ante un chico que depende tanto de Internet?

Nuestros hijos parecen haber nacido con un “chip incorporado”. Uno que no les permite imaginarse un mundo sin tecnología. Ante esto, ¿qué actitudes podemos tener como padres con nuestros hijos “digitales”?

Veamos tres actitudes posibles que pueden adoptar los padres y sus consecuencias.

  1. Los limitadores digitales: Se oponen hasta la edad que puedan, para que los hijos no utilicen las redes sociales y “sus riesgos”. Creen que “desconectar el enchufe” resuelve el problema. En realidad generan más problemas, ya que ellos no forman a los hijos para un uso responsable cuando sean mayores.
  2. Los mentores digitales: Atentos a cómo utilizan sus hijos las redes. Conocen las redes sociales, forman y educan a sus hijos, en la responsabilidad y prudencia frente a estos medios.
  3. Los facilitadores: Acompañan a los hijos, pero de modo insuficiente. Se interesan e involucran en su “hábitat” virtual. Pero no se comprometen del todo, por varias razones. Los hijos no reciben los criterios necesarios para discernir claramente lo correcto.

La formación, capacitación y acompañamiento, es decir, dedicarles tiempo y mostrarles cariño a los hijos sigue siendo lo esencial y más importante en la relación padres-hijos. El problema no es la tecnología –aunque traiga dificultades–, el punto es, como siempre, la actitud de los padres hacia los hijos. Los padres siguen siendo padres, y los hijos, hijos. Esto nunca cambiará con o sin redes sociales.

 ¿Qué suele pasar a los hijos de esos 3 grupos de padres?

En caso de los “limitadores”, son dos veces más propensos a tener problemas en Internet: pornografía o “peleas”. Esa “protección” puede durar un tiempo, pero no será mucho tampoco. Cuando quieran y sean independientes, no tendrán la formación necesaria para usar responsablemente y con madurez las redes sociales.

Por otro lado, están los papás amigos o “facilitadores”. Aunque suene duro decirlo, “creen” que ya no hay nada que hacer, sino resignarse con la situación. Dicen no poder competir “contra esas nuevas redes sociales”, sin negar reales dificultades, algunas novedosas y nunca antes vistas, estos padres justifican con la tecnología, no hacerse cargo de modo comprometido e involucrado en la formación de los hijos.

Entonces, ya podemos entender que debemos ser los “mentores digitales”. Pero, ¿cómo hacerlo? No hay que ser un padre “súper tecnológico”. Lo importante es cómo formamos nuestros hijos. Enfocarnos en enseñarles compromiso, sacrificio, generosidad, esfuerzo… sólo así se forman los hijos.

¡Dejemos las excusas o la resignación! Eduquemos y formemos a los hijos con todo el amor que les tenemos. Hagámoslos responsables, para que la tecnología les sirva de medio para una auténtica realización personal. ¡No perdamos la esperanza! El amor hacia los hijos toca fibras interiores que ningún smartphone, tableta o computador puede ni siquiera acercársele.

Por: Pablo Augusto Perazzo
Máster en Educación

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