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El grito silencioso de nuestros niños y adolescentes va en crecimiento sin que nos demos cuenta. ¿Qué podemos hacer? ¡Lee y comparte!

Los niños y adolescentes se enfrentan a una gran cantidad de cambios propios de su desarrollo. Desde muy pequeñitos existe un deseo de independencia. La frustración, el deseo de ser aceptados y comprendidos, la falta de herramientas que les permite manejar sus emociones y conducta, la falta de apoyo de su núcleo familiar y social, son componentes que suman para que el niño o adolescente se vea atrapado en un túnel sin salida.

El estrés y ansiedad que producen estos cambios y emociones pueden desencadenar en situaciones que afectan la calidad de vida de nuestros hijos y se convierten en patológicas.

Es importante entender que los padres no son los encargados de resolver estas patologías en los hijos. Necesitamos de un equipo multidisciplinario para trazar un plan de acción para el niño o el adolescente.

El amor, orientación y apoyo de los padres son esenciales para ayudar a sus hijos a superar estos momentos. La depresión infantil es un trastorno que reviste gravedad pero que puede ser tratado.

 

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Cifras a tener muy en cuenta

En el Ecuador las cifras de trastornos depresivos han aumentado considerablemente en todas las edades, más aún durante la pandemia. A nivel mundial, según la OMS (Organización mundial de la Salud), los trastornos mentales representan el 16% de la carga mundial de enfermedades y lesiones en las personas de edades comprendidas entre 10 y 19 años.

La mitad de los trastornos mentales comienzan a los 14 años o antes, pero en la mayoría de los casos no se detectan ni se tratan.

La depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre adolescentes a nivel mundial. El suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años.

No abordar los trastornos mentales de los niños y adolescentes tiene consecuencias que se extienden hasta la edad adulta, y que afectan tanto a la salud física como a la mental y limitan las oportunidades de llevar una vida adulta satisfactoria.

Lo importante es reconocer y actuar.

 

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¿Cuáles son los signos y síntomas de los trastornos mentales?

Consulta con un especialista si tu hijo presenta por varios días tristeza, irritabilidad, enojo, llanto frecuente, aislamiento de amigos y familiares, desempeño escolar deficiente, cambios en los hábitos de comer y dormir, inquietud y agitación, sentimientos de desvalorización y culpa, falta de entusiasmo y motivación, fatiga o falta de energía, dificultad para concentrarse, dolores y molestias inexplicables.

Si estos signos y síntomas interfieren con su día a día, debes acudir a un médico. Algunos niños tienen más riesgo de tener cuadros depresivos que otros.

Algunos factores que aumentan este riesgo son: tener padres que sufran o hayan sufrido de depresión, alcoholismo o drogadicción familiar, problemas conyugales o dificultades de uno de los padres para relacionarse con su hijo.

Los niños que sufren abuso, ya sea físico o psicológico tienen más posibilidades de desarrollar depresión, el bullying o el acoso ya sea escolar o cibernético es un detonante de importancia de la depresión.

Los adolescentes gravemente deprimidos, especialmente aquellos que también abusan del alcohol o las drogas, tienen trastornos alimentarios, se involucran en conductas de riesgo, piensan, hablan o intentan terminar con su vida y llegan al lamentable suicidio.

 

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¿Cómo ayudar a los niños y adolescentes?

Conozcamos y apliquemos:

  • Enfócate en escuchar
  • No critiques ni juzgues
  • Anímalos a realizar actividades con familia y amigos
  • Fomenta el deporte. El ejercicio es absolutamente esencial para la salud mental
  • Establece límites en el televisor y redes sociales
  • Fomenta una buena nutrición en casa
  • El sueño de mínimo 8-9 horas es importantísimo
  • Busca ayuda profesional
  • Mantente involucrado en el tratamiento
  • Cuídate a ti mismo y al resto de la familia

Muchos padres temen que el avisar a un especialista implica “condenar” a un hijo a que tome medicamentos como antidepresivos. El momento que existe un desbalance de neurotransmisores o de estas substancias en el cerebro que regulan el estado de ánimo, es cuando los médicos debemos intervenir inmediatamente.

El tratamiento de la depresión es mediante fármacos, terapias conductuales, o ambos. Cada caso es único, lo importante es que el niño o adolescente reciba el tratamiento de manera oportuna para evitar desenlaces fatales.

 

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Escrito por: Dra. Carolina Salvador. Teleconsultas: 0999720217. IG: Pediatricsuio.

 

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