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Según la Organización Mundial de la Salud más de 800.000 personas mueren anualmente por suicidio y otras muchas más comenten intentos sin éxito.

Daniel, de 23 años, era lo que todos consideramos “un chico normal”. El segundo de una familia de 5 hijos, con papás no “felizmente”, pero sí casados. Considerado por los pocos amigos que tenía como un poco retraído, que a veces tenía comentarios “extraños” pero nada que les haya llamado mucho la atención. En la universidad le iba bien, aunque nunca fue un chico sobresaliente.Un día como cualquier otro y en el trajín del día a día, Daniel no bajó en el desayuno. Su mamá supuso que se había ido temprano a la universidad y el resto, ni se percató. Fue por la tarde, en el intento de recoger ropa sucia y organizar la casa que la mama de Daniel entró a su cuarto y encontró un sinnúmero de tarros diferentes de medicación junto al cuerpo de Daniel, sin palpitaciones.

Los suicidios registrados en el mundo superan la cifra de muerte por homicidio y por guerras, mientras que, en muchos países, constituye la primera causa de muerte no natural por encima de los accidentes de tránsito.

Los principales factores de riesgo son: las enfermedades mentales, los trastornos depresivos y psicosis, el consumo de drogas o distintos tipos de adicciones, las enfermedades médicas crónicas o terminales dolorosas o las grandes crisis vitales.

Se estima que sin un plan de prevención de suicidios adecuado un 30% de los afectados repetirá el intento (con probabilidades altas de éxito), pero con una intervención adecuada solo el 10% lo hará.

¿Qué podemos hacer?

Escuchamos mucho “nunca me hubiese imaginado”, “si tan sólo hubiese sabido”, “era una persona normal”, etc. Pero la realidad es que, toda persona que tiene ideaciones suicidas no quiere morirse realmente. Al contrario, estas quieren razones para poder vivir, que, al no encontrarla, cometen el acto. Ante esto, son varias las pistas que pueden lograr leerse si realmente prestamos atención a la dinámica que está implicada en una relación interpersonal.

No dejar pasar detalles así sean sólo suposiciones

Preguntar siempre va a ser la mejor manera.

  • ¿Cómo te has sentido últimamente?
  • ¿Te encuentras bien?
  • ¿Hay algo de lo que quisieras hablar?
  • Te veo un poco triste, diferente… ¿necesitas algo?
  • ¿Desde cuándo te sientes así?
  • ¿Estás pasando por alguna situación difícil? Me gustaría ayudarte, dime ¿qué necesitas de mí?
  • No estás solo.
  • Tal vez no lo creas, pero la forma en la que te sientes puede cambiar
  • No me imagino cómo te sientes, pero me preocupo por ti y me gustaría ayudarte. Cuenta conmigo.

Restricción de medios letales

La selección de la divulgación de información sobre suicidios y medicamentos sin prescripción médica. La información responsable por parte de los medios de comunicación y de nuestras propias redes sociales pueden hacer un gran cambio en la percepción de la vida y de la muerte.

Evaluar el peligro inmediato en que se encuentra la persona

Las personas con mayor riesgo de suicidio en un futuro cercano tienen un plan de suicidio específico, los medios para llevar a cabo el plan, un tiempo establecido para hacerlo, y la intención de hacerlo. Aunque no lo creas, preguntar, ante la duda, puede ayudar a evaluar este riesgo:

PLAN ¿Tienes un plan de suicidio?
MÉTODO ¿Tienes lo que necesita para llevar a cabo tu plan (píldoras, armas, etc.)?
TIEMPO ESTABLECIDO ¿Sabes cuándo lo harás?
INTENCIÓN ¿Tienes la intención de quitarte la vida?

Indiscutiblemente, lo más importante es estar atentos. La identificación temprana, el tratamiento y la atención puede ser la salvación para estas personas.

Por: Psic. Cl. María José Barredo S.
Máster en Cuidados Paliativos y Psicoterapia
mjosebarredo@gmail.com

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