Alrededor de 200 confesores han participado a un convenio realizado del 12 al 13 de noviembre 2014 en el Palazzo della Cancelleria de Roma, organizado por la Penitenciaría Apostólica sobre el ‘secreto de la confesión y la privacidad pastoral’. Para la ocasión, Aleteia ha entrevistado al Cardenal, Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor del Vaticano.
El cardenal Piacenza ha confirmado que dichos temas son actuales en una sociedad mediática y ante la necesidad de proteger la privacidad de las personas que se acercan a la Iglesia. La privacidad como “gesto delicado para proteger las almas” delante a la moda de saber todo de las personas visitando online simplemente su perfil en un social network.
La privacidad como valor
En este contexto, el alto prelado advierte sobre una ‘excesiva exposición mediática’ que amenaza las personas y sus valores. En la Iglesia, ”es importante la privacidad”. “La persona debe tener un ámbito o un lugar donde pueda ser ella misma y no lo que se espera que sea”. Por ello, “son grandes los “efectos” que queremos proteger con “la privacidad y la confidencialidad” para “preservar la fama, la reputación o los derechos del individuo y de los grupos” constató.
“La tarea fundamental del sacerdote es la de defender y preservar la intimidad de la persona como espacio vital para proteger su personalidad, además de sus sentimientos”. Así indicó el cardenal Piacenza que, en el caso específico del párroco- por citar un caso concreto- “él presta un servicio de asistencia materia y espiritual” y está obligado a defender la “intimidad” de las personas que visitan la parroquia o la la Iglesia.
En este sentido, explicó que la “finalidad del secreto, tanto sacramental, como extra sacramental” es defender “la intimidad de la persona, que consiste en proteger la presencia de Dios dentro de cada hombre”. Y cita San Agustín para sostener el alto valor de la intimidad: “Dios es superior summo meo et interior intimo meo («Dios está por encima de lo más alto que hay en mí y está en lo más hondo de mi intimidad”.
Y advierte el cardenal que para la Iglesia quien viola “la intimidad de la persona” hace un “acto de injusticia” que además contradice la “religiosidad”. En este sentido, confirma que el Convenio responde a esta necesidad de diálogo con el mundo actual.
El secreto de la confesión
– ¿Existen excepciones en el secreto confesional?
No. El secreto es absoluto e inviolable. Yo estoy obligado a mantener la confidencialidad sobre todo lo que se me diga. El penitente no habla al sacerdote como un hombre, sino habla a Dios. El confesor, ni siquiera sabe lo que ha sentido, porque como hombre no sabe lo que ha escuchado.
Lo que se dice en la confesión está dirigido al Buen Pastor. Según la doctrina clásica está prohibido al confesor de cultivar algún recuerdo. Si, en algún momento le viene debe desecharlo, como lo haría con cualquier otro pensamiento ilícito o malo.
– ¿Qué consecuencias recaen a nivel de derecho canónico sobre el sacerdote que viola el secreto de la confesión?
La excomunión. Una pena gravísima. Es traicionar el coloquio que la persona tiene con Dios. Existe una violación directa o indirecta. En este último caso, es como si el sacerdote hiciera alusión a otras personas sobre algo dicho por la persona en confesión.
– ¿Existen sacerdotes que han perdido la vida por mantener el secreto de la confesión?
En los regímenes totalitarios y con la complicidad de algunas legislaciones se ha querido violar a la fuerza el secreto confesional para saber cosas de otras personas. En varios regímenes ha sucedido y en esos casos, los sacerdotes han sido verdaderos mártires de la fe.
Por ejemplo san Juan Nepomuceno sufrió el martirio antes de ceder a las presiones del Rey de Bohemia quien quería saber si la reina lo había traicionado. San Nepomuceno era el confesor de la Reina.
Por lo tanto, la ley de un país no puede obligar un sacerdote a violar el secreto de la confesión…
Si la ley dice que el confesor debe denunciar a una persona que se ha venido a confesar de un delito, evidentemente el sacerdote no lo puede hacer.
– La Corte Suprema de Louisiana, EEUU ordenó en julio 2014 a un sacerdote testificar rompiendo el secreto de confesión. Ante tal pedido, la Diócesis de Baton Rouge aseguró que esta demanda es inconstitucional y ataca la doctrina de la Iglesia. ¿Como comenta este caso?
Los deberes de la propia misión no pueden ser violados de ninguna manera. Se trata de un deber más grave de lo que es el secreto profesional. La diócesis ha respondido bien.
– ¿Cuál es la posición de la Santa Sede cuando el secreto de la confesión es amenazado por las leyes de un Estado?
La Santa Sede trata de no inferir en las decisiones de los países y en sus políticas. Respetando la libertad, no el arbitrio de las leyes de los países, sino la libertad verdadera. La fe es un acto libre. La Iglesia debe reivindicar la libertad de culto, de la evangelización, del sacramento y de la confesión. Si el Estado no respetara esto, la Iglesia se hace mártir.
– ¿Puede un sacerdote violar el secreto de la confesión para salvar la vida a otra persona condenada injustamente?
No. La Iglesia defiende la vida hasta el final y siempre. Vive dentro de sí estos valores. El confesor debe asumir el martirio dentro de si. Puede hacer todo lo posible para salvar la vida a través de la oración, la penitencia, el testimonio. Sin embargo, no podrá jamas hablar para decir que esa persona es el asesino. Esto jamás lo podrá decir.
Vía: Aleteia