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¿Quieres jugar en el equipo de Jesús? Lee y escucha este nuevo comentario al Evangelio elaborado por el Padre Juan José Paniagua.

En el evangelio de hoy estamos ante un nuevo comienzo, una nueva misión: comprender a Dios de otra manera. El Evangelio de Marcos, nos presenta cómo Jesús escoge a los doce y los envía a predicar de dos en dos.

Es una forma nueva de hablar de Dios y la expresión mínima de una representación comunitaria, donde la paz se ha de expresar con obras y palabras.

En la experiencia de los apóstoles se nos comparten los pasos para vivir la vocación apostólica trabajando en equipo: de la dispersión al seguimiento; del seguimiento a la comunión de vida con Jesús; de la comunión con Él a la misión.

Hoy Jesús asocia sus discípulos plenamente a su misión, haciendo partícipes de su vida y de lo que Él anuncia. Les da instrucciones precisas a sus discípulos acerca de cómo comportarse y lo que han de llevar para el camino.

Un estilo pobre. El simple apoyo de un bastón para recorrer el camino áspero que se puedan encontrar. Contentarse con lo que le ofrecen en el camino. Todo un reto; también para nuestros días. Y es que esta sociedad nos presenta otros cánones de vida y necesidades, las que prácticamente hemos hecho nuestras. Jesús hace de la necesidad una virtud. No todo nos hace falta. Para hablar de Dios con la palabra y el testimonio es suficiente.

 

JUGAR EN EL EQUIPO DE JESÚS 1

 

San Marcos (6,7-13) (jugar en el equipo de Jesús)

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa».

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

 

Escrito por: P. Juan José Paniagua, vía Catholic-Link.

 

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