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‘La sociedad de la nieve’: fe, sacrificio y montañas. Es la más reciente película de Netflix donde la supervivencia es clave.

Basándose en una cita de Jesús en «El evangelio según San Mateo», se dice que la fe mueve montañas. Casi todos los protagonistas de La sociedad de la nieve conservan la fe para salir del paisaje blanco en el que están atrapados junto a los cadáveres de sus amigos. Como es obvio, no conseguirán desplazar las montañas, pero sí reunir la suficiente energía y voluntad para que dos de ellos se muevan entre esas estribaciones que parecen asediarlos con su majestuosidad y sus picos altísimos y consigan encontrar ayuda y civilización. Es el sacrificio que deciden afrontar en favor de esa comunidad de compañeros, de esa sociedad de supervivencia.

En realidad no es un spoiler porque estamos ante una historia real de la que surgieron testimonios escritos, crónicas con imágenes de la catástrofe (recuerdo lo que me impactó hace años la lectura del libro de Piers Paul Read), documentales y un par de películas, la mexicana de los años 70 a cargo de René Cardona y la norteamericana de los 90, ¡Viven!, dirigida por Frank Marshall, quizá la más popular de todas las obras que originó el accidente de aviación y sus consecuencias.

En 1972 un avión lleno de jóvenes deportistas uruguayos se estrelló en Los Andes. Atrapados entre la nieve y las montañas y esclavos de las condiciones de frío y hambre, los supervivientes tomaron decisiones drásticas para mantenerse con vida. Algunos confiaban en que las patrullas de búsqueda los encontraran. «Van a venir. Hay que tener fe», les alienta uno de ellos. «No pierdas la fe», le insiste un joven a otro. Pero para uno de los personajes Dios ha adquirido otro significado desde que quedaron aislados entre las montañas: para él, Dios es el que está en el auxilio y cuidado de sus colegas.

 

 

“No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”

Tras una de las medidas radicales que deciden tomar, uno de los muchachos pregunta: «¿Dios nos perdonará?», y otro le responde: «Va a comprender que hagamos lo imposible para sobrevivir». Se trata de una película repleta de alusiones religiosas. Desde los diálogos de los chicos sobre la fe, el perdón y la divinidad hasta la Misa del inicio, pasando por la imagen de uno de los protagonistas, quien va colgándose al cuello los crucifijos de quienes fallecen. «No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos», escribe uno de los muchachos en un papel.

Algunos recordamos con agrado el citado filme de Marshall porque funcionaba. El mayor problema era que (algo habitual en Hollywood) el reparto de supuestos uruguayos estaba formado por actores norteamericanos, alternativa que, vista hoy, resta credibilidad.

J. A. Bayona, director experto en manejar cintas de suspense, grandes presupuestos y aventuras espectaculares en las que no falta el elemento emotivo, ha optado, en cambio, por un casting de intérpretes uruguayos y argentinos, en el que destaca Enzo Vogrincic a cargo del papel más jugoso, el de narrador de la tragedia: esta decisión constituye un acierto porque, lo advertirán los cinéfilos más avezados, homenajea de alguna manera a Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses), el clásico de Billy Wilder de los años 50.

Bayona logra un verismo estremecedor y una fidelidad asombrosa a la hora de reconstruir el vestuario, las posturas de los personajes y la disposición de los hierros del avión basándose en las imágenes originales, es decir, la puesta en escena. Su filme contiene un equilibrio adecuado entre el suspense, el drama, lo espectacular y cierta carga de profundidad en torno a cómo los humanos se necesitan unos a otros para sobrevivir, en cómo, si algo pudieron sacar en limpio aquellos heridos, la fe y la amistad constituyen dos símbolos valiosos para no perder la vida y obstinarse en seguir respirando a pesar de tenerlo todo en contra.

A algunos espectadores les gustará más y a otros menos (toda producción original de Netflix acaba suscitando opiniones muy diversas y polémicas varias), pero no se puede negar que el cineasta nos ha hecho convivir con esos muchachos a lo largo de unos 140 minutos y que algunas secuencias no son fáciles de digerir.

La sociedad de la nieve ya ha obtenido algunos premios en festivales y ha sido nominada a varios premios importantes; quizá sea reconocida en la próxima edición de los Oscar de la Academia en la categoría de filme de habla no hispana. Se ha convertido en uno de los grandes éxitos de Netflix, lo que supone un triunfo en el cine español.

 

 

Escrito por: José Ángel Barrueco, Aleteia.

 

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