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En medio de todo lo que vive el país, es tiempo de un llamado a la tranquilidad, donde debemos tener en mente que todo pasará.

Es miércoles de ejercicios posturales y entrenamiento cognitivo en @GuiArte, la comunidad online de personas mayores que dirijo. Es miércoles después de uno de los días más estresantes que hemos vivido en la ciudad y en el país. Es miércoles de despedidas y de encuentros.

Me despido de mi hija que se regresa a su nuevo hogar lejos de aquí. Alguien tiene que inventar la palabra exacta que describa ese sentimiento de tristeza cuando los hijos se van de verdad y al mismo tiempo de alegría porque cumplen el deseo profundo de construir un mejor futuro que, por el momento, es esquivo para ellos en Ecuador.

Abro Zoom en la computadora minutos antes de que comience la primera clase por si alguien quiere conversar. Lo hacemos siempre, desde hace casi cuatro años, para hablar sobre lo que nos pasa a diario, las cosas cotidianas que enmarcan nuestras vidas. Sin embargo, ese día, lo cotidiano había cambiado de color y textura. Se rompió como se rompe un jarrón de cristal al caer: con ruido y furia, en mil pedazos.

La violencia irrumpió en nuestras vidas a través de las diferentes pantallas a las que tenemos acceso y que daban cuenta del asalto a un canal de televisión local por parte de un grupo narcoterrorista como plato fuerte. Ataques armados múltiples, en distintos puntos de la ciudad lograron el objetivo de hacer que nos sintamos vulnerables, blancos potenciales de un terrorismo sin precedentes.

Las profesoras argentinas, alarmadas por las imágenes que ya habían dado la vuelta al mundo desde el día anterior, iniciaron su clase con muestras de solidaridad, afecto y la firme decisión de hacer que trabajemos en nuestro autocuidado.

Buscar la tranquilidad en medio de la tormenta

En la primera hora partimos del cuerpo, el refugio más cercano y tangible del que disponemos. Moverlo, descubrir y sentir sus complejas articulaciones, su increíble flexibilidad. Hacer que respire, que nos traiga al presente, el lugar más seguro que tenemos a mano, nos devolvió la calma casi sin darnos cuenta. Nuestros rostros tensos al inicio de la sesión se desvanecieron, se relajaron. Sonreímos.

Con esos rostros nos encontró Bárbara, la psicóloga que se conecta desde Buenos Aires para acompañarnos en la aventura de optimizar nuestro rendimiento cognitivo.

Una serie de ejercicios planificados con precisión en tiempo y espacio mantuvieron nuestras mentes enfocadas en tareas para activar diferentes tipos de memoria, lenguaje y atención durante una hora más.

Al término de la jornada, con el cuerpo y la mente activados pasamos a trabajar esa tercera dimensión del ser humano en la que todos somos iguales porque nos conecta más allá de las diferencias y los artilugios tecnológicos: el espíritu. Observar los hechos del día anterior, formular con palabras las emociones que provocaron y acogerlas como comunidad, nos liberó de la carga negativa que trajeron esas crudas imágenes que gravitaban en nuestras mentes antes de conectarnos. Un momento de liberación colectiva frente a la intención de los terroristas de secuestrar nuestra calma.

“Tranquilidad, lavemos la mente”, escuché decir a una de las señoras segundos antes de finalizar la sesión de zoom. Con esas palabras me quedo como consigna para estos tiempos oscuros y críticos que vivimos como sociedad. Trabajar con adultos mayores, con personas que acumulan experiencia y sabiduría es un privilegio del que me siento profundamente agradecida.

 

 

Escrito por: Psic. Alexandra Landázuri Savinovich, Directora de Guiarte, comunidad on/off para personas mayores.

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