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Conforme avanzamos en edad empezamos a notar el valor de cada día, lo importante de cumplir años y de alcanzar nuestros sueños.

Hace tres años descubrí al doctor Diego Bernardini, Líder de la Nueva Longevidad, experto en salud y bienestar de adultos y personas mayores. El contenido de sus libros, cientos de artículos, conferencias y entrevistas que circulan en la web se integraron orgánicamente a mi mindset.

Una de sus charlas TED, la que más llamó mi atención, invita a pensar en un tema fundamental: “¿qué queremos ser cuando seamos grandes?”. En ella resalta que llega un momento en la vida en el que ya nadie hace esta pregunta, incluso el mismo adulto mayor deja de pensar en ello porque asume que al hacerse grande todas las metas convencionales de la vida ya se cumplieron o prescribieron. Una situación que vale la pena revisar ahora que sabemos que viviremos más tiempo que las generaciones anteriores y que la calidad de ese tiempo depende, en un gran porcentaje, de nosotros mismos; de las decisiones de autocuidado que tomemos.

Desde que trabajo con personas mayores, es frecuente que me envíen contenidos que alimentan mi visión sobre qué significa ser adulto mayor en nuestros países. Podcasts, artículos, entrevistas, películas, abren conversaciones generosas e interesantes sobre un tema que nos convoca a todos.

 

 

Estudio con datos importantes

Hace poco, por ejemplo, me compartieron un análisis del McKinsey Health Institute (MHI). El estudio confirma que tener un propósito en la vida y conexiones significativas con los demás son factores determinantes para la buena salud y bienestar de los adultos mayores en todo el mundo. El aprendizaje continuo y la participación en organizaciones o actividades comunitarias aparecen como otros factores que suman para mantenerse saludables.

Las personas mayores alcanzan mayor nivel de bienestar cuando están integradas en la sociedad, una integración que de ejecutarse colectivamente podría beneficiar incluso a la economía de los países.

La encuesta del MHI fue realizada con adultos de 55 años en adelante, en 21 países. También analizaron más de 70 estudios académicos recientes, en el que incluyeron el estudio longitudinal más ambicioso de todos los tiempos. Llevado a cabo durante más de ocho décadas, el estudio de la Universidad de Harvard eligió cientos de personas a quienes entrevistaron periódicamente, haciéndoles análisis y siguiendo su desarrollo profesional y personal.

Observaron la vida de los participantes desde su juventud hasta su muerte, indagando en sus motivaciones, su desarrollo profesional y sus relaciones. Los resultados de este maravilloso trabajo se presentan en el libro “The Good life” de Robert Waldinger y Marc Schulz.

 

 

Beneficios de la vida social en los adultos mayores

En todos estos estudios se resalta la importancia de la participación social de los adultos mayores como factor determinante en su calidad de vida. El análisis identifica seis beneficios concretos para la salud:

1) Menor tasa de mortalidad.

2) Discapacidad cognitiva reducida.

3) Menor discapacidad funcional y fragilidad.

4) Disminución de la soledad y la depresión.

5) Mayores niveles de actividad física.

6) Mayor significado y calidad de vida.

Con estos datos recientes sobre la mesa, vuelvo a la propuesta del doctor Bernardini relativa a la importancia de encontrar nuestro propósito de vida en el lugar correcto: en ese viaje interior hacia nosotros mismos. Revisar desde la experiencia acumulada, qué cosas nos gustan y qué cosas no nos gustan como punto de partida para crear un plan de vida, tomando en cuenta que nunca es tarde para emprender nuevos caminos, aportar a la sociedad y mantenernos vigentes.

Nuevo año, nuevos propósitos

Se acerca un Año Nuevo más; un tiempo propicio en el que plantearnos nuevos desafíos aparece en el horizonte como una especie de Déjà vu, algo que se vive repetidamente. Para que los desafíos no sean efímeros, hagamos bien la tarea, encontremos o reforcemos nuestro propósito de vida, aquello que nos hace sentir vivos y con ganas de levantarnos cada mañana.

Los japoneses lo llaman Ikigai: Iki, que significa estar vivo, y kai, que alude al “efecto de”. La combinación de estas dos palabras se traduce como la “razón de ser”. Inspirados en la fascinante cultura japonesa los invito a descubrir cuál es su Ikigai respondiendo a cuatro preguntas fundamentales:

¿Qué es lo que amo hacer?, lo que me apasiona.

¿En qué me considero bueno?

¿Qué pienso que el mundo necesita de mí?

¿Por qué pienso que me podrían pagar?

Y tú, ¿Qué quieren cumplir: sueños o años?

 

 

Escrito por: Psic. Alexandra Landázuri Savinovich, Directora de Guiarte, comunidad on/off para personas mayores.

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