Compartir:

«¡Ya no soporto esta ansiedad!». Si sientes lo mismo, necesitas leer (y releer) esta reflexión.

Pareciera que la «nueva normalidad» que estamos viviendo ha traído consigo «nuevas angustias» y ansiedad, sumadas a las que ya conocíamos: ¿y si me enfermo?, ¿y si mi familia se enferma?, ¿y si me quedo sin trabajo?, ¿y si nunca encuentro trabajo?, ¿y si no logro terminar mis estudios?, ¿y si no cumplo mis sueños? Una interminable lista de «¿y si…?».

En este contexto, puede llegar a ser muy fácil acostumbrarnos a vivir atados a pensamientos de ansiedad. Estos pueden transformarse en temores o angustias, gobiernan nuestras acciones, nuestras relaciones interpersonales, nuestras decisiones… por ende, nuestra vida entera.

Aquí podemos recordar el consejo del Señor: «No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí.» (San Juan 14. 1).

 

 

¿Mis pensamientos de ansiedad me dominan? ¿O yo los domino?

Hay pájaros que muchas veces, al verse atrapados en una trampa, comienzan a agitarse y moverse para poder salir. Al hacer esto, en lugar de cumplir su objetivo, terminan más enredados y heridos.

Reflexionemos sobre qué tipo de pensamientos son más recurrentes en nuestro día a día. ¿Se tratan de pensamientos de paz? Cuando alguien me comparte alguna dificultad, ¿lo animo? ¿O me uno a ese pensamiento de ansiedad y lo hago más grande?

Ahora viene la pregunta más importante: ¿dónde tengo puesta mi confianza? ¿En el cuestionario de Facebook que predice cuándo voy a conocer al amor de mi vida, o en el tiempo perfecto de Dios? ¿En lo que me aconseja Google o en la guía que encuentro en la Palabra de Dios?

¿En la mascarilla y el alcohol en gel o en la voluntad de Dios? (La bioseguridad es muy importante y hay que cuidarnos, pero no debemos perder de vista que nuestro corazón solo puede estar tranquilo al confiar y depender plena y únicamente en la bondad de Cristo)

Lo cierto es que el Señor nos ha dado la libertad de hijos suyos, para no dejarnos dominar por pensamientos de ansiedad ante cualquier circunstancia de nuestra vida, pequeña o grande. Por complicada o simple que parezca. Hoy te dice que creas en Él y que acudas a la oración para encontrar la paz y la calma que tu corazón necesita.

 

ANSIEDAD 3

 

La paz de Dios responde a nuestra ansiedad

De una cosa debes tener absoluta seguridad y certeza: Dios te ama (1 Juan 4. 16) siempre está contigo y todo propósito que Él tenga con respecto a tu persona es bueno y hermoso. ¡Qué paz da a nuestro corazón saber estas palabras! Esa paz es la que Dios quiere para nuestra vida entera. Y también para compartirla con los que nos rodean.

El don de fortaleza del Espíritu Santo ya está en ti. Solo pídele que se active y dé frutos en tu vida. Este don maravilloso te ayudará a vivir confiado ante cualquier dificultad de la vida.

Incluso en la simple cotidianidad ¡que también tiene sus retos! Tu vida puede cambiar al saber que Cristo se ocupa de todo lo que a ti te preocupa y que su paz es más fuerte que cualquier ansiedad.

No tengas miedo ni te preocupes. Dios te ama: ¡anímate y ten valor! (Daniel 10.19).

 

ANSIEDAD 5

 

Escrito por: Ana Carmen Castillo, vía Catholic-Link.

 

Compartir: