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En un intento de ser fiel al principio de no contradicción, trato de decir en cifras ciertas afirmaciones fundamentales que parecen ser contestadas con buena intención, pero con poco conocimiento de la fe cristiana en estos días:

1. El planeta tierra no es un ser vivo. Hay vida en él y esa vida, desde la más pequeña ameba, es un misterio para todos: científicos, religiosos, indiferentes, cristianos, musulmanes, hombres de buena voluntad -y los de la mala también- y todos los seres humanos. No nos hagamos los que sabemos cuando no sabemos.

2. No somos las células de un inmenso animal llamado tierra, ni piezas anónimas, sino seres dotados de inteligencia y voluntad libre. El mal que existe, especialmente el mal moral, brota de decisiones malas, no de un principio independiente y paralelo al bien. Y ciertamente afecta a todo el planeta de manera misteriosa, muy real, pero misteriosa.

3. El mal definitivo es la condenación, es decir, la negación eterna del sentido profundo del propio ser que es el amor. Lo que llamamos catástrofes naturales son eso: movimientos físicos del planeta que no se pueden necesariamente atribuir a la decisión humana ni divina.

4. Esa vida que hay en el planeta tierra está ordenada jerárquicamente, siendo el ser humano el único ser vivo que piensa, manifiesta su pensamiento, sus pasiones, se proyecta en el futuro, teme a la muerte y desea una vida eterna. El único además que le pone nombre a los animales y las plantas, y ha sido constituido por Dios como señor de la creación, no como un tirano irresponsable, egoísta e injusto Eso ha sido invento del maligno que nos lo creímos desde el principio hasta hoy. La persona humana es el único de los animales terrestres que es imagen y semejanza de Dios, para bien por la divina gracia, para mal por la debilidad humana y el pecado.

5. Guste o no, hiera o no sensibilidades, el cristianismo es antropocéntrico en la relación del ser humano con el cosmos entero y teocéntrico en la relación del hombre y el cosmos con Dios.

6. Según la fe cristiana, lo más importante que ha pasado en el mundo -incluso más importante que la Creación- ha sido, es y será la Encarnación, Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo que se prolonga en la Iglesia hasta el fin de los tiempos en la esperanza cristiana de su segunda venida. Y este libérrimo acto de Dios no procede de evolución de energía o materia alguna sino de su divina inteligencia y voluntad.

 7. El cosmos entero, es decir, el mundo, los vegetales, animales de todo tipo y los seres humanos que lo gobernamos, esperamos confiados en el Espíritu de Jesucristo la Redención que es la liberación definitiva, donada por el Padre y recibida amorosamente por nosotros, del pecado y de toda debilidad y contingencia.

8. Y esta Redención nos viene por Jesucristo, el único Nombre en el que podemos ser salvados, lo que quiere decir que todo se trata de una relación personal con Él que no puede ser suplida por una vaga inspiración ecológica, o por algún tipo de adhesión a las energías anómicas del cosmos, un sentimentalismo al servicio de simpatías coyunturales o agendas políticas de moda y mucho menos de una búsqueda de energías astrales

9. Algo de esto es lo que con su inmenso corazón, su extraordinaria libertad, y su poderosa y caballeresca poesía, enseñó San Francisco de Asís condenando el afán de posesiones, amando la pobreza hasta el extremo, viviendo una sencilla humildad a prueba de todo y, por esas razones, fue obediente a la Cátedra de Pedro y la enseñanza de Jesucristo que custodia la Iglesia Católica desde su fundación hasta la Parusía.

10. De haber algún error en este intento mío de expresar la fe de la Iglesia, me someto humildemente a la corrección de cualquier cristiano más instruido que un servidor.

 

Por Mag. José Manuel Rodríguez Canales
Director Académico del Instituto para
el Matrimonio y la Familia
http://roncuaz.blogspot.com/

 

 

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