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Puso sobre la mesa sus prioridades para que su carrera en televisión, 
la familia y sus  metas profesionales no se vean afectadas.

Recuerdo que a los 8 años junto con mis amigos de la Pradera, teníamos como costumbre hacer un año viejo, caminábamos varios kilómetros hasta algún aserradero a la orilla del río Guayas para conseguir aserrín; luego con los sacos llenos, volvíamos a casa. El retorno era cansado, debíamos apoyarnos para que la carga no nos sea tan pesada. Al final disfrutábamos de lo vivido. Al pasar los años, esa caminata se hizo más larga y la carga algo más pesada.

“Uno se deja llevar por lo que te deslumbra y dejas a un lado la preparación académica.  Grave error”.

A los 19 años tuve la oportunidad de hacer prácticas en un canal de televisión. En mi cuarto día cometí un error grande, borré una noticia que era muy importante. Mi jefa en ese entonces, me advirtió que tenía una semana para demostrar que podría seguir trabajando.  A los tres meses me ofrecieron trabajo como editor de noticieros. Llevo ya 27 años trabajando en televisión y actualmente me desempeño como director regional de noticias de Teleamazonas.

La acelerada carrera de televisión te mantiene siempre ocupado. Vi un mundo de oportunidades y empecé a aprovecharlas. Y mientras la experiencia profesional crecía, la necesidad de afianzar todo lo aprendido, era mayor. La carrera de Marketing siempre me gustó, intenté en dos ocasiones seguirla, pero la terminaba dejando. En mi tercer intento logré la tecnología e iba en busca de la ingeniería, pero un nuevo proyecto interrumpió mis aspiraciones. En ocasiones uno se deja llevar por lo que te deslumbra, crees saberlo todo y dejas a un lado la preparación académica. Grave error.

Dios y la familia, pilares fundamentales

Si no hubiese tenido la formación que me dieron mis padres, Agustín y Ruth, no habría tenido ese inicio prometedor en mi carrera.

La sala de redacción de un canal es muy movida y ruidosa. En ese entonces 1997, la llegada de los teletipos, las impresoras y las radios de comunicación llenaban el ambiente. En medio de todo ese vértigo conocí a la mujer que ahora es el pilar fundamental de vida, mi esposa Katherine, mi compañera y mi inspiración. Gracias a ella llegué a una persona extraordinaria, el padre Martínez de Velasco, quien fue mi guía espiritual y quien me acercó nuevamente a Dios. Les comenté que el mundo de la televisión te deslumbra, bueno, mi amigo me hizo volver  a ver la vida de una forma maravillosamente sencilla: me habló del perdón.

Cuando nació ‘Matiz’, mi hija mayor, cerraron el canal donde laboraba y junto a mi concuñado Gian Paolo emprendimos en una productora de televisión, era un trabajo duro. Ya más estables, tenía que tomar una decisión con mi formación universitaria, pero una vez más la televisión prevaleció y a los 32 años, con un segundo hijo por nacer, decido estudiar comunicación social en la Universidad de Loja. Cinco meses de haber nacido Paulo Cesar, me quedé sin empleo; todo ese mundo de éxitos profesionales y felicitaciones quedaron a un lado.

Carlos Castañeda me invitó a formar parte de su equipo de noticias en Teleamazonas. Inicié un trabajo muy fuerte y competitivo. Con más madurez puse en la mesa las prioridades y empecé a distribuirlas para que lo laboral, la familia (llega nuestra tercera hija Caterina) y metas profesionales (concluyo la carrera),  no se afecten.

“Si no hubiese tenido la formación de mis padres, no habría tenido ese inicio prometedor en mi carrera”.

El ser humano es inconforme por naturaleza y vuelvo al Marketing, a través de una maestría. Vuelve el sacrificio, pero todos en familia me apoyaron. El camino hacia esta nueva meta no podía dejar de ser complicado, tuvo sus inconvenientes, pero uno en particular que ahora que lo pienso pudo haber sido el último.

El 12 de agosto del 2015 a las 04h30 de la madrugada manejando al trabajo sentí un malestar en el cuerpo, creí que se trataba de una fuerte gripe, pero empiezo a tener síntomas de un infarto y tenía que tomar una decisión: o dar vuelta y volver a mi casa, despertar a mi esposa e hijos o manejar hasta recibir atención médica. Creo haber tomado la mejor decisión. Ya en la clínica se confirmó el IMC, infarto al miocardio. Nuevamente el trabajo había dejado sus huellas. El infarto fue producto de un shock de stress.

En la sala de emergencias se me cruzaron muchos pensamientos, aunque siempre fui positivo y hasta audaz. Mi amigo el padre Richard Alarcón con quien me confesé me dijo que la Virgen María estaba conmigo. Cuando Kathy, mi esposa, llegó percibió un fuerte aroma a rosas, en ese momento supo que La Mater me cuidaba todo el tiempo.

Un post de mi hija María Beatriz en su cuenta Instagram “No hay nadie más fuerte”, el día de mi incorporación como máster en Marketing, me llenó de mucho orgullo. Ese día lo celebramos a lo grande, en familia. Sentí la admiración de mi esposa y de mis hijos.

Se podría pensar que con tantas ocupaciones me he perdido momentos importantes de la vida, pues no, la madurez te lleva a un equilibrio y puedo decir que he participado de los grandes y pequeños momentos familiares. No sé qué otras pruebas vendrán, cada día es una batalla por ganar, pero de lo que sí estoy seguro es que cuando el sacrificio es mayor, la recompensa también es mayor. Mi siguiente meta es estudiar para chef.

Por: John Paulo Ordóñez Fajardo

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