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Llega diciembre e inicia la duda para las parejas sobre dónde pasar las fiestas, ¿cómo decidirse?

Dentro de ese libro mágico y efectivo que todos buscamos: ¿cómo ser feliz en el matrimonio? Debería venir un tomo que se denomine: Acuerdos de fechas festivas para ser feliz y complacer a todos. ¿Acaso no sería un éxito arrollador? Es que cada fecha especial se puede tornar una discusión, principalmente para los matrimonios jóvenes o con hijos pequeños. Los padres de ambos, desean efusivamente tenerlos con ellos, y por supuesto suelen ser muy “respetuosos” de los deseos de las jóvenes parejas. Así que la pregunta sería ¿cómo resolver dónde pasar Navidad?

Algunas sugerencias para llegar a acuerdos:

  • Pueden decidir: fin de año en una casa y Navidad en otra, esto funciona si los padres de la pareja están juntos.
  • Organizar almuerzos pre o post-festividades, esto se ha puesto de moda. Recientemente estuve en uno en donde definitivamente el calentado fue sensacional, como toda comida con adobos especiales, el sabor se registra mejor.
  • Pueden decirlo por año, los impares en una casa la Navidad y en nuestra casa el fin de año o viceversa, los pares en la casa de la otra familia.

En la búsqueda de un término medio

La pregunta que queda luego de estas “fórmulas mágicas” es: ¿por qué no pasarlo en “nuestra casa”? ¿Por qué la pareja debe salir de su casa a la de la familia de origen? Es comprensible que el primer año, tal vez hasta el tercero, la pareja quiera moverse. Sin embargo, parte de empezar el matrimonio y construir una vida junta es crear rituales. Darle un sentido “significativo” a esos momentos universales, ya sean: Navidad, Fin de Año, Carnaval, aunque no es trabajo fácil. Construir requiere de manos para trabajar y de materiales: las manos son la pareja, los materiales son lo que cada uno pueda aportar. Has pensado cuán complicado puede ser hacer juntos una cena u organizar las actividades para que sea una noche significativa.

Tengamos claro que aunque sea “solo para dos” también puede ser complicado; debemos poder conocernos muy bien y ser amigos para que funcione. Justamente, son esos momentos en los que debemos decidir o hacer acuerdos que le aportan a la pareja la posibilidad de construirse y significarse como tal, a partir de discutir por mínimos detalles se ofrecen retos para resolverlos. Es importante aclarar que estar como pareja en grandes grupos también es un reto, por eso creo que lo mejor es el equilibrio, un “tú y yo” y un “nosotros”.

Entonces, ¿vale o no la pena pasar solos?

A las parejas jóvenes queda abierta mi invitación para estos días, y a los que ya tienen hijos también. Hagamos rituales, hagamos familia, nuestra familia. Tomémonos el tiempo de conversar, pensar, proponer y hacer algo para todos, pero hacerlo bien. A pesar de encontrarnos con discusiones en el camino, recorrámoslo. Si tenemos padres enfermos o solos, traigámoslos invitémoslos a nuestra casa, a nuestra nueva construcción, de seguro ellos podrán aportarnos algo nuevo. Al final del día lo importante es estar con nuestros seres queridos.

 

Por: Ma. del Carmen Rodrigo

Psicóloga Clínica

mariadelcarmenrodrigoh@gmail.com

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