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De acuerdo con un estudio que realizaron en México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Módulo Sobre Lectura (MOLEC), el 63% de los niños toman el ejemplo de mamá cuando la ven realizando actividades cercanas a la lectura.

El tema no es menor e incluso no me sorprende. Yo siempre le reconoceré a mi mamá (entre otras muchas cosas), el que haya tenido siempre la paciencia para leerme trescientas setenta veces en un día, mi cuento de «El Pequeño Oscar», un leoncito al que, por andar de desobediente, la vida le pasa la factura con un ligero accidente. Ese cuento me gustaba, no sé si por las ilustraciones o por lo divertido que me parecía que el felino fuera travieso. Ya a la parte del castigo o de la consecuencia, nunca le quise poner mucha atención, por obvias razones.

Madres lectoras, hijos lectores. La fórmula suena en teoría sencilla, sin embargo, ya en la práctica es muy complicada. El ajetreo de la rutina diaria, aunado a las presiones con familia, jefes y demás, realmente le dejan poco tiempo (o mejor dicho, poco espacio de lucidez) a las madres y/o padres, para tomar un cuento y leerlo a los niños.

Gracias al ejemplo del leoncito Oscar (que ahora veo encarnado en mi hijo mayor), trato cada día de brindar unos minutos de lectura a mis muchachitos, e invito a su mamá a que haga lo mismo. Un niño que lee (o a quien le leen) es un niño con imaginación, misma que podrá traducir posteriormente en creatividad.

Quiero compartirte unos consejos para que experimentes con tus hijos el apasionante mundo de la lectura infantil.

1. Lee lo que quieran

Me gusta leer hasta los letreros del transporte público, atiende siempre al llamado infantil que pregunta: ¿qué dice ahí?

2. Actúa

No tienes que ser un profesional en la materia, si lees a tus hijos en voz alta, date tiempo para actuar al personaje, ya sea con la voz o con movimientos. Esto servirá de dos formas: primero, te divertirás más tú y después, tu hijo se dará cuenta que verdaderamente te interesa lo que estás compartiéndole. Además, te aseguro que le robas una carcajada.

3. Establece horarios

Entiendo que la dinámica de cada uno es diferente, pero si es posible marcar una hora específica para la lectura, sería fantástico. Otra opción es que seas tú la que sugieras siempre esta actividad, para que tu hijo verdaderamente la tome como una opción más, además de cualquier otra oferta que tenga como entretenimiento.

4. Pídele que te explique

Ya leíste el cuento por cuadragésima octava ocasión, correcto, ahora pídele a tu pequeño que él te lea o te explique qué es lo que ve, lo que piensa e imagina. Tal vez no te cuente una historia coherente, pero eso le ayudará a ejercitar su mente, ingenio y vocabulario. Leer siempre va a tener consecuencias en tu hijo. Si quieres ver cómo, ríete mientras observas este vídeo.

 

Vía Familias.com

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