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La libertad y la autonomía son competencias que el adolescente debe construir progresivamente respetando las normas y los acuerdos alcanzados con sus padres.

Te ofrecemos un decálogo con consejos y recomendaciones para llevar “la fiesta” en paz.

Partir de una posición de coherencia entre los padres

Independientemente de la situación de la pareja (incluida la circunstancia de que los progenitores se encuentren separados o divorciados), se debe adoptar una posición común y coherente antes de dar el paso de hablar con el hijo(a) de sus primeras salidas nocturnas. En caso de desacuerdo, deben alcanzar algún nivel de compromiso que les permita enviar un mensaje claro y consistente al adolescente.

Crear las condiciones más adecuadas para el diálogo

El peor error que se puede cometer consiste en ir posponiendo las decisiones para abordarlas unas horas o unos minutos antes de la salida. Ten la certeza de que esos mensajes de última hora (“¡No bebas!” “¡Vuelve pronto!”) no tienen ninguna utilidad e incluso pueden ser contraproducentes. Si queremos dialogar, es imprescindible plantearlo con suficiente antelación. Para ello, tienes que hacerle saber a tu hijo o hija de forma directa y explícita que es preciso hablar sobre este asunto

Exprésale el comportamiento que esperas de él 

Tómate el tiempo necesario para explicarle claramente sus peticiones y sus deseos y verifica que el mensaje ha sido comprendido tal y como tú quisiste transmitirlo. Es clave evitar confusiones y malentendidos.

Permanecer firmes ante un eventual chantaje emocional

Es frecuente que, si tu hijo o hija no obtiene de forma inmediata lo que desea, recurra al chantaje emocional: “Eres un mal padre (o madre)”, “Lo que pasa es que no tienes confianza en mí” o la frase definitiva de “A los demás sí los dejan”. De ahí que uno de los principales retos a los que deberás enfrentarte es resistir el chantaje emocional que suponen este tipo de argumentos. Es preciso que permanezcas firme en tus proposiciones y racionalices el tema.

Poner normas y límites

Un aspecto fundamental es conocer lo más posible el desarrollo de la salida. Para ello, pídele que te cuente qué va a hacer. Si no tiene nada previsto -algo relativamente frecuente-, pregúntale sobre el lugar o lugares a los que va a ir y las personas con las que va a salir.

Puede que las informaciones que te dé no sean claras. En ese caso, pídele que sea preciso. Si, a pesar de todo, tienes dudas sobre el lugar y las condiciones de la salida, no dudes en hablar con los padres de sus amigos tras haber advertido a tu hijo o hija de tu intención de hacer ese contacto.

Negociar normas claras en relación con el alcohol y el dinero

El consumo de alcohol, y más aún si se hace de forma compulsiva hasta la embriaguez, es muy perjudicial para los adolescentes. Como padre o madre estás obligado a usar tu influencia para incidir sobre el comportamiento de tu hijo en materia de consumo de alcohol y a prohibir su consumo.

Transmitir información sobre los riesgos

En este sentido, los padres deben ser realistas y modestos. No está en sus manos suprimir totalmente los riesgos, aunque sí trabajar para crear un contexto susceptible de disminuirlos: dándoles informaciones que les ayudará a hacer elecciones acertadas, favoreciendo la adquisición de competencias que les permitirá mejorar su comportamiento y ayudándolos a tomar conciencia de las consecuencias de sus decisiones personales. Una vez más hay que recordar que se trata de una tarea educativa que requiere un trabajo a medio y largo plazo.

Vía: LaFamilia.info

 

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