Compartir:

Respondiendo estas preguntas podrás idear un plan con tu familia para que la solidaridad permanezca todo el año, no solo en Navidad.

 

Todo inicio de año nos compromete a cosas nuevas, metas por cumplir, etc. Cuando llega noviembre ya ni recordamos cuáles fueron los compromisos, pero al llegar a diciembre se despierta en nosotros un deseo de hacer todo lo que no cumplimos. Nos da por vivir la caridad, el perdón, de disfrutar de todo porque “en serio empiezo dieta” y unas ansias locas de decirle a la gente cuánto la queremos, a través de todo tipo de regalos para quedar bien con todos y con nosotros.

La pregunta millonaria es: ¿Por qué no hacerlo también a lo largo del año? ¿Por qué todo para último momento? Aplíquese esta pregunta también para los trabajos que debo entregar el 20 y comienzo a hacer el 19 a las 18h00. Pero ante esto podemos plantearnos algunas posibles razones que nos despejen la pregunta y que nos hagan ver hacia nosotros mismos. Por ejemplo:

Brindar nuestro apoyo a otros durante todo el año

He dejado esto hasta el final porque es algo que realmente no quiero hacer, no es fácil para mí o no creo en lo que estoy haciendo. Esta idea está muy relacionada a la caridad altamente movida en diciembre y completamente olvidada el resto del año. La explicación sería que diciembre es un mes para compartir, así que voy a dar de lo que tengo, a ver si en algo cambia la situación de alguien. Cabe preguntarnos: ¿algo cambia si solo lo hago una vez? ¿Por qué no juntarse y dar un regalo que dure?

Una opción para que no sea solo en diciembre es apadrinar a un niño en esta época y pagarle su colegiatura anual en escuelas de bajos recursos. Hay distintas fundaciones y organizaciones que ofrecen estas becas. Pero también podrías idear algún otro tipo de ayuda con tu familia para que tus actos permanezcan durante todo el año.

Ser organizados para lograr nuestras metas

Realmente no he logrado organizarme en todo el año y solo ahora puedo. Éste es un indicador sumamente importante de cómo estoy llevando mi vida. Soy tan poco atento conmigo que no logro darme tiempo para mis proyectos de trascendencia. Ayudar a los demás siempre tiene que ver con ser, dar o hacer más. Si no logro organizar mi tiempo para algo que deseo hacer puedo leer que no me estoy dando tiempo para ser feliz, puedo entonces preguntarme: ¿Qué estoy esperando, qué me detiene para no ir por lo que quiero?

Ante todo debemos ser agradecidos

Siento que debo hacer algo o que debo devolver un poco de todo lo que he recibido. Si esto es lo que me mueve es importante comenzar a conectarme más atentamente conmigo mismo porque soy una persona sensible que no estoy oyendo mis deseos el resto del año y por eso se hacen tan fuertes frente a los estímulos del medio. Una opción de cambio sería plantearme hacer agradecimientos formales, dar cosas o ayudar, más de tres o cuatro veces al año, así seguro estaré más feliz porque el agradecimiento es el primer paso a la felicidad.

Creo que estas tres posibles respuestas son necesarias para comenzar un diálogo con nosotros, para lograr mantener una actitud más coherente cuando de ayuda se trate, recordando siempre que dando a los demás estamos creciendo como personas.

Dato importante: ayudar no es igual a solucionar o resolver, ayudar es igual a facilitar, proponer o dar herramientas que le permitan a la otra persona desarrollarse digna y respetuosamente, tal como Dios lo hace con nosotros todo el año. Él nos acompaña y nos deja libres para que nosotros decidamos aprender o no de todo aquello que optamos para vivir.

¡Felices fiestas, feliz Navidad!

Por Ma. del Carmen Rodrigo

Psicóloga Clínica

mariadelcarmenrodrigoh@gmail.com

Compartir: