Acompañarlos en la experiencia del “no-todo”

Desde que nació mi sobrina, su pequeña presencia ha sido motivo de una revolución familiar de magnitudes inesperadas. A medida que fue creciendo, las cosas se fueron, digamos, “complicando”. De explorar su cuerpo y descubrir que puede mover manos y cabeza, a explorar la casa, cada uno de los rincones. Parece pasar de cajón en cajón, de enchufe en enchufe, sin que nada se salve de ser explorado por sus manitas.

Juntos o separados sus hijos los necesitan como padres

La pareja es primero, porque de ella depende el bienestar de los hijos. La maternidad o paternidad son eventos tan significativos en la vida de los hombres y las mujeres que hemos amado. En el camino, a veces, nos olvidamos y descuidamos a la pareja y nuestra relación con ella, dejando seca la fuente de amor y de modelo de familia para nuestros hijos.

Los buenos modales parece que no están de moda

Los buenos modales se enseñan poco a poco, en familia, y principalmente con el ejemplo de los padres, no son algo con lo que se nace. Las personas gozan de mayor autonomía y libertad que en los siglos pasados (las mujeres en especial), y eso les ayuda a ser más felices.

Si a veces los esposos no ayudamos en casa …

Cómo logras que tu esposo te ayude en la casa? ¿Lo sobornas, lo castigas, lo engañas, lo fastidias hasta que al fin hace algo Verdadero o falso: “Me encanta cuando me haces sentir mal. Me motiva que me insultes, que me eches en cara mi vagancia, que me digas que nunca hago nada bien. Me entran ganas de ayudarte cuando me dices, ‘tú nunca ayudas’. Aprecio que me digas de repente ‘haz esto’, cuando estoy haciendo otra cosa, y que me fastidies, y que rechaces o menosprecies mi forma de ayudarte”.

Los valores: la mejor herencia Los valores: la mejor herencia

Tienen la convicción de que la familia es el núcleo de la sociedad y por eso decidieron emprender un proyecto que aporte al desarrollo de las familias ecuatorianas. En el año 96, con dos meses de casados, Leonardo Vizhñay y Solange Blum asumieron el reto de dar charlas para parejas en su comunidad evangélica.
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Servilismo no ¡Servidores sí!

Pienso ahora en aquella chica que salía de un edificio público, y al poner el pie fuera del lugar soltó la puerta de vidrio prácticamente en la cara de una persona mayor y ni se inmutó. Me quedé más asombrada cuando la señora, de excelentes reflejos eso sí, detuvo la puerta e hizo caso omiso del despiste de la adolescente que casi le estampa la puerta en su rostro. No sé qué fue peor: si el descuido de la niña o el acostumbramiento de la mujer y de todos los presentes a que nos tengan sin cuidado las faltas de delicadeza.

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