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En un mundo donde persiste el racismo, recordar la histórica lucha de «Madiba» debería movernos hacia un cambio definitivo. 

El 18 de julio el mundo festejó los 100 años del natalicio de Nelson Mandela, el líder sudafricano que venció la batalla pacífica contra la segregación racial. Pero los datos son fríos y la discriminación por motivos raciales continúa todavía en pleno siglo XXI. Por esta razón, el legado de “Madiba” es muy importante también hoy.

De activista a presidente

Nelson Rolihlahla Mandela (1918-2013), también conocido por su nombre tribal, “Madiba”, fue un abogado, activista contra el apartheid, político y filántropo sudafricano. Fue el primer presidente de su país elegido democráticamente y gobernó de 1994 a 1999.

“Apartheid” significa “separación” en afrikáans, que es la lengua holandesa hablada en áfrica, y fue el nombre de un sistema de segregación racial en Sudáfrica, que consistía en la creación de lugares separados, tanto habitacionales como de estudio o de recreo, para los diferentes grupos raciales, en el poder exclusivo de la raza blanca para ejercer el voto y en la prohibición de matrimonios entre blancos y negros.

La lucha de Madiba

En 1962 fue arrestado y acusado de conspiración para derrocar al gobierno. Por lo que estuvo condenado a cadena perpetua y estuvo 27 años en prisión. Gracias a la mediación de campañas internacionales fue liberado en 1990. En medio de una gran convulsión social, intervino en las negociaciones políticas con el presidente Frederik de Klerk para abolir el apartheid.

Mandela apoyó las manifestaciones pacíficas contra este sistema, y por eso fue arrestado y enjuiciado. La declaración de Mandela en ese juicio se hizo célebre: “He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una democracia ideal y una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir y lograr. Pero si fuese necesario, también sería un ideal por el cual estoy dispuesto a morir.”

El largo camino hacia la libertad

Así se titula la autobiografía de Mandela, y son palabras aún vigentes, porque el racismo sigue presente en los países donde persiste la pobreza y la desigualdad.

Según un documento de la Comisión de la ONU para América Latina (CEPAL), “los pueblos indígenas, afrolatinos y afrocaribeños de la región han padecido siglos de exclusión y la mayoría de ellos vive ahora en situación de pobreza”.

Según informó el Washington Post, la nación con mayor proporción de racistas resultó ser Hong Kong, donde aproximadamente el 71,8% se negó a vivir junto a una persona de diferente raza. Luego siguen Bangladesh, con el 71,7%; Jordania, con 51,4%; y la India, con 43,5%.

Formas nuevas de racismo

La Santa Sede ya desde 1988 alertaba sobre las “formas inéditas de racismo”. Se trata de los no nacidos que son sometidos a experimentos, a través de las técnicas de procreación artificial, la utilización de “embriones sobrantes”, la clonación terapéutica, abortos para extraer los órganos, etc.

De esta manera, se ha creado una nueva “subcategoría de seres humanos” destinada esencialmente al confort de algunos. Esos bebes no nacidos están sometidos a una “nueva y terrible forma de esclavitud”.

En septiembre de 1995, Juan Pablo II, en una visita a Sudáfrica, afirmó que “la solidaridad es la respuesta necesaria para superar el complejo fracaso moral constituido por los prejuicios raciales y las rivalidades étnicas”.

Como esa solidaridad tiene su fundamento en que todos los seres humanos hemos sido creados a imagen de Dios, y por eso tenemos el mismo origen y un idéntico destino, sigue vigente la contribución del mensaje cristiano para superar la discriminación racial.

Por: P. Luis-Fernando Valdés
@FeyRazon   lfvaldes@gmail.com
http://www.columnafeyrazon.blogspot.com

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