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Independencia de los hijos, ¿verdadera necesidad. Es una pregunta que algunos padres de familia se han planteado cuando sus hijos crecen.

La mayoría de los adolescentes tienen un mismo sueño a futuro: independizarse (vivir su independencia) de sus padres. Esto es algo normal que suele pasar en esa etapa, cuando empiezan a surgir los choques propios de la edad y que, por ende, los conflictos con los padres se hacen cada vez más frecuentes.

Pero, ¿qué pasa cuando se llega el momento de pronunciar la frase: «me voy de casa»? Para muchos papás este es un momento crítico ya que se tiene la mala idea de que, al irse el hijo de la casa, se romperá el lazo y quizá no se vuelvan a ver, lo que en psicología se conoce como «síndrome del nido vacío».

La psicóloga y tanatóloga Adriana Tejada compartió algunos consejos sobre este tema.

 

 

Los motivos del vuelo en busca de la independencia

Se dice que los hijos deben abrir sus alas y emprender su propio vuelo; sin embargo, no siempre queda muy claro cuáles serían las causas por las que un hijo se quiere ir de casa. «Algunos hijos quieren irse a estudiar a otros países para vivir nuevas aventuras y hacerlas lejos de sus padres, demostrando así que ya son ‘adultos’ y pueden ser independientes; pero existe otra tendencia -que es la más común- en donde dicen: ‘ya no aguanto a mis papás, ya no quiero tener sus reglas, sus gustos, sus ordenes, me voy de la casa’».

«Aquí estamos hablando de una rebeldía nada mas, en donde hay un desequilibrio entre las obligaciones y las responsabilidades; en donde se tienen que sacar adelante los conflictos intergeneracionales», comenta Adriana.

Cuando no se trata de una rebeldía propia de la edad, sino de una verdadera adultez, la experta comenta que no necesariamente tienen que partir. «La palabra ‘tener’ es como una exigencia y aquí no se trata de eso. Si un hijo está cómodo, pero cómodo verdaderamente, en la armonía con sus padres, en donde tienen costumbres y criterios parecidos, no les cuesta trabajo entrar en acuerdos y compartir deberes, el hijo no tiene que retirarse de su casa».

 

 

Factores por los que no se independiza un joven

Además de la rebeldía o capacidad de convivencia, existen otros factores que influyen en que un joven se independice o no. Una de las principales razones es la economía, pues la brecha entre el ingreso salarial y el costo de vida es muy amplia para los jóvenes.

Sin embargo, también pueden influir cuestiones culturales y sociales, los estudios, migración hacia otros países y búsqueda de mejores oportunidades laborales. Por otro lado, puede ser también una cuestión de inseguridad en sus capacidades y habilidades para salir adelante sin el cobijo de sus padres.

Adriana Tejada nos dice que «tenemos ejemplos de muchos hijos que, no es que vivan de forma codependiente económicamente hablando, sino que ven el beneficio para ambas partes (papás y ellos), hasta que llega el tiempo en que quieren formar una familia, o que encuentran un trabajo que les pide cambiar de localidad y eso va incluido en los gastos que la empresa asume, pero tampoco es una obligación que se vayan de casa».

Tipos de jóvenes

Hay algunos jóvenes que se inquietan en darse cuenta que están a gusto en casa, y no nos referimos a estar en una zona de confort, sino que no tienen la prisa o la necesidad de tener que alejarse del «nido»; por cuestiones culturales y sociales se pueden llegar a sentir presionados para dar ese salto sin tener la seguridad de acto.

«Otro tipo de jóvenes de los que no hemos hablado son los que emigran de casa con una bandera de ser independientes pero en realidad son ‘pseudo adultos’ porque siguen viviendo o en la misma ciudad, en el extranjero o simplemente viviendo en una casa contigua a la de sus padres, y sus gastos siguen siendo subsidiados por sus papás, que les pagan, desde la renta hasta la maestría, el doctorado y el super. Ellos dicen que son independientes pero son totalmente dependientes».

 

 

Afrontar esta etapa

Este tipo de decisiones son mucho más difíciles para los papás que para los mismos hijos, ya que es un golpe muy duro el darse cuenta que ya no son sus pequeños si no que ya se pueden valer por sí mismos.

Por ello, es necesario adaptar la relación de padres e hijos en esta etapa. Nuestra experta comparte algunos pasos que pueden ayudar a los padres a prepararse para afrontar esta etapa:

NO DEJARÁ DE EXISTIR LA RELACIÓN PADRE E HIJO

Hay que ir entendiendo que nunca van a dejar de existir la relación padre e hijo, lo único que va a cambiar son las formas, no el fondo.

TEMOR A DEJAR DE SER LA FIGURA QUE SOY

Muchos de los padres de familia, especialmente las mamás, tienen mucho temor a dejar de ser esa esa figura importante en la vida de sus hijos; es un miedo que está en el fondo y que hace que las formas no sean claras.

CADA ETAPA ES DISTINTA

Tenemos que comprender que no es lo mismo ser padres de hijos chicos (niños), que de hijos adolescentes o adultos, ni de hijos adultos independientes que -casados o no casados- ya no viven con sus padres. La forma de ser papás tiene que ir evolucionando.

Un mensaje de nuestra experta para ti

«Quiero hacer mucho énfasis en esto: No van a dejar de ser padres.

Solo que ahora serán papá o mamá de un hijo adulto: universitario, independiente porque ya trabaja y no necesita tanto de los papás; incluso uno que ya es casado. En nuestra cultura está muy fuerte el hecho de vivir con el temor de dejar de tener un lugar, de pertenecer o de que si yo ya no hago tal cosa voy a dejar de ser.

No tenemos que olvidar que el ser no es inamovible, tenemos que ser flexibles e irnos adaptando a las formas del hacer y esas formas de hacer se van a ver acentuadas ya en las reglas, en las normas, en las maneras depende la etapa en a que viva tu hijo: chico, joven, o adulto».

 

 

Escrito por: Mia Schroeder, vía Aleteia.

 

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