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Se dice de todo un poco acerca de la creación de nuevos hábitos: “la regla de los 21 días,” generar gratificaciones tardías, hipnosis, etc.; pero, ¿qué es lo que realmente funciona?

 

¿Se necesita recurrir a todo esto para poder lograr tener hábitos más saludables y positivos?

Definitivamente no. Siempre hablamos de tener mejores costumbres para conseguir una mejor calidad de vida, pero a la hora de lograrlo, parece muy lejano y complicado, o simplemente perdemos la motivación (porque justamente, la motivación parte de la acción, mas no al revés), lo que nos lleva a tirar la toalla y quedarnos con las prácticas tóxicas o, por lo menos, no tan positivas que ya habíamos adquirido tiempo atrás. Un hábito es el resultado de una acción repetida con frecuencia, y se forja gracias al refuerzo de una consecuencia positiva.

 

 

El proceso de aprendizaje debe tener:

  1. Un estímulo activador, que incita a que una conducta de inicio.
  2. La acción o conducta, que es el hábito nuevo que se quiere crear.
  3. Una recompensa, que es el beneficio obtenido por realizar dicha acción o conducta.

Ahora, para que realmente podamos volver del hábito una costumbre, debemos repetir este patrón el suficiente número de veces, para que nuestro cerebro establezca las conexiones neuronales necesarias para realizar esta nueva acción. La idea está en que el proceso inicie de manera natural y automática, sin que sea necesario un esfuerzo excesivo.

 

 

Pasos que te van a ayudar a lograrlo:

  • Comenzaremos cumpliendo objetivos pequeños y sencillos. De esta manera nos estaremos habituando a una nueva conducta que sea más fácil de conseguir, lo que nos permitirá sentirnos motivados al momento de comenzar con los nuevos hábitos. La clave está en que, a mayor nivel de emoción por ver cómo logras cumplir metas, mayor motivación para cumplir unas más grandes y que requieran más esfuerzo.
  • Ahora que encontramos la motivación y comprobamos que somos capaces de cumplir nuestros objetivos, escogeremos cuál es el nuevo hábito que queremos introducir en nuestra rutina, para comprender y analizar qué resultado positivo me va a generar esta costumbre y que necesito para poder conseguirlo.
  • Buscaremos dividir el hábito en diferentes pasos, es decir, comenzar identificando acciones sencillas que me ayuden a llegar a instaurarlo. Puede ser una aplicación, establecer horarios o poner alarma, pedir apoyo a un amigo, dejar cerca aquello que necesites para cumplirlo, etc. Es importante ser consciente de cómo vamos logrando conseguir objetivos, así estos sean muy pequeños, y gratificarnos por ellos (recordemos que la recompensa es parte del proceso de aprendizaje de un hábito).
  • Finalmente, iremos incluyendo todos los pasos hasta llegar a realizar el hábito completo, para que en ese momento nuestro cerebro se haya ido acoplando mejor a él, y nosotros nos sintamos motivados de haberlo puesto en práctica, hasta que se vuelva un acto natural.

 

Herramientas que te servirán

  • Las técnicas de respiración y meditación fomentan el desarrollo para adquirir nuevos hábitos.
  • Visualicémonos cumpliendo la meta y ya puesta en acción de manera automática. Esto ayudará a que el cerebro adquiera las destrezas necesarias y que establezca nuevas conexiones, para la realización de la acción deseada. Fijémonos en cómo se siente, qué nos genera, cómo nuestra vida es diferente, y qué obtenemos de esa nueva conducta, etc.
  • Si en cierto punto, nos desmotivamos, perdemos de vista nuestro objetivo o no fuimos disciplinados con la práctica del nuevo hábito, ¡no está permitido desanimarnos! Paremos, demos un paso atrás y en vez de juzgarnos o ser críticos en nuestro diálogo interno, apoyémonos, démonos palabras de aliento e incentivémonos a seguir adelante.

 

 

Por: Psic. Cl. María José Barredo S., Master en Cuidados Paliativos y Psicoterapia / mjosebarredo@gmail.com

 

 

 

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