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Es fácil notar cuando mi hijo no me respeta, porque le hablamos, le damos órdenes o tratamos de que nos haga caso y no pasa nada… ¿Qué hacer?

‘Mi hijo no me respeta’, esta fue la frase con la que arrancó la conversación una madre de familia y su preocupación no era para menos… la actitud de su hijo había llegado a los gritos y confrontaciones directas. Lo lamentable del hecho es que era una situación que se veía venir.

Vamos a poner en contexto:

Se trata de una pareja muy amable, responsable, cariñosa y trabajadora. Su proyecto familiar incluyó una buena organización de la economía y de los tiempos compartidos, lo cual en determinado momento representó empezar a trabajar homeoffice y así tener disponibilidad para atender las necesidades de su hijo que por aquel entonces era bastante pequeño.

Sin embargo, pese a ser una idea fantástica, toda esta organización los involucró únicamente a ellos. Olvidaron asignar responsabilidades y promover la independencia en su pequeño.

A medida que el niño crecía se fueron dando cuenta de que cada vez les era menos sencillo contener su carácter. Y hoy en día la situación es bastante tensa. ¿Edad del niño? 10 años.

Historias como la de esta familia se ven a diario, aunque con diferentes grados de complejidad. Es posible que tú mismo hayas notado que por momentos la situación con tus hijos se te escapa de las manos. Es verdad que hay etapas y situaciones que complejizan la relación familiar, pero en termino generales: ¿Cómo podemos prevenir las faltas de respeto?

 

 

Desde el modelado y la corrección oportuna

Aquí hay que tener presente:

  • Lo primero es partir del hecho que debes tratarlo con respeto tú también, de esta manera marcas la pauta a seguir. Tratar con respeto representa pedir las cosas con las palabras y el tono adecuados, ofrecer disculpas cuando corresponde y aceptar que tu hijo tiene su propia opinión y perspectiva de las cosas.
  • Ser considerado con los momentos. Salvo que se trate de una emergencia, intenta ser comprensivo con la actividad que en ese momento se encuentre realizando tu hijo con frases de tipo: ‘en cuanto termine ese episodio apagas la televisión, por favor’, o te quedan diez minutos más de juego (mostrándole el reloj si es muy pequeño) porque ya tienes que bañarte’.
  • Si notas que tu hijo se está excediendo de las pautas establecidas y deliberadamente hace comiso omiso a la indicación dada, entonces hazlo notar con frases claras: ‘no estás cumpliendo con lo que acordamos y estoy empezando a molestarme’. Es importante aquí ser asertivos con el mensaje, pero también construyendo un mensaje en base a lo que estás sintiendo y evitar emitir juicios hacia él.
  • Si a pesar de las señales de alerta que has lanzado, él sigue sin obedecer, es momento de anunciar las posibles consecuencias: ‘necesito que apagues la televisión en este momento, de lo contrario mañana ya no podrás ver tus programas’’. Valga especificar que a modo general las consecuencias deben ser fijadas con anticipación, tal como las reglas, pero es verdad que hay ocasiones en las cuales toca actuar “sobre la jugada”.
  • Agotadas todas las instancias debes cumplir con lo anticipado. Recuerda, las consecuencias deben ir en relación con la gravedad y tipo de falta. En todos los casos debes mantener una actitud serena. Procura que la situación no te supere.

 

 

Comunicación en casa

En cuanto al estilo de comunicación que existe en casa:

  • Jamás llames a los gritos a tu hijo desde otra habitación, ya sea que estés molesta o no. Estarás dando la pauta acerca de la forma de comunicación que prefieres. Cada vez que debas decirle algo a tu hijo, acércate hasta donde él se encuentre. Si no puedes ir hasta allá, primero llámalo pidiendo que se acerque y espera hasta que llegue para hablar.
  • Si tu hijo (no importa la edad) se encuentra alterado y hablándote a gritos, espera. No intentes superponer tu voz ante la de él, habla con tu tono de voz normal y emplea algún gesto como señal de que debe parar. Cuando obtengas su atención indícale ‘voy a escucharte, pero primero necesito que bajes tu tono de voz’.
  • En el caso que tu hijo se ha desbordado y no logra calmarse, entonces dale su espacio (y tómalo tú también), déjalo sentir su frustración. En el momento en que se tranquilice, acércate y dile ‘ahora, cuéntame qué fue lo que paso’. Evita decirle algo como ‘ya te tranquilizaste?’ debido a que esta frase suele reavivar el enojo y provocar que actúe de manera defensiva.

 

 

Responsabilidades

La importancia de las responsabilidades:

  • Asígnale responsabilidades desde muy pequeño y a medida que vaya creciendo ponle nuevos retos o dale encargos más desafiantes.
  • En caso de que tu hijo ya sea relativamente grande y aun no logre realizar actividades por sí mismo (vestirse, asearse, ordenar sus cosas, etc.) primero deberás explicarle los pasos a seguir, luego acompañarlo de manera distante para supervisar o por si necesita ayuda y finalmente, dejarlo realizar las cosas sólo. Una vez dado este paso, no hay vuelta atrás.
  • En caso de alterarte y perder el control, da el paso y ofrece disculpas a tu hijo. Estarás demostrando tu deseo de mantener una buena convivencia y le enseñas a él cómo hacerlo.
  • Si en tu familia son habituales los gritos y faltas de respeto, también puedes empezar dando el primer paso reconociendo frente a tu familia los errores que te has propuesto rectificar. La humildad es un gesto de grandeza.
  • El mejor método para afianzar actitudes positivas en tus hijos es agradeciendo/felicitando cuando tenga comportamientos adecuados.
  • Ensalza lo positivo, difunde las buenas nuevas y cada vez que debas corregir, que sea en privado, solo tu hijo y tú, ni siquiera sus hermanos deben participar, salvo que el hecho los involucre a ellos.

 

 

Escrito por: Andrea Velasco, Psicóloga. Correo: andreavelasco.psicologa@gmail.com

 

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