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¿Qué hago para no perder los nervios cuando mi hijo pierde los suyos?

Todos hemos experimentado esa sensación de llegar al límite de nuestra paciencia. La situación se va calentando, poco a poco se van subiendo los decibelios entre tu hijo y tú. Empieza por una tontería. Le explicas lo que ha ocurrido; tu hijo no reconoce el error e incluso te echa la culpa.

Te duele, le acusas; él se defiende y te ataca, y entonces haces lo mismo. Uno habla en un idioma racional y el otro emocional. Cada uno se justifica y nadie escucha a nadie. Acabas con un portazo, un descalificativo o un castigo; se acaba la conversación que, por cierto, realmente nunca existió.

Vamos hacia atrás. Veamos cómo prevenir este tipo de peleas estériles que acaban con estallidos de ira y ninguna solución, entorpeciendo y estropeando la comunicación entre padres e hijos. Conocer este protocolo te permitirá desarrollar paciencia hacia tu hijo para así poder contener de mejor manera la situación.

Protocolo de actuación ante situaciones desafiantes 

Planifica conjuntamente en frío, antes de que se presente la ocasión problemática, no dejes que el malestar del momento te domine. Reúnete con tu hijo con tranquilidad, sin prisas, preparando bien el escenario donde le vas a hablar. “Quiero hablar contigo de un tema que quizás a ti no te preocupe pero que es muy importante para mí. Mírame a los ojos, por favor; me gustaría que me prestaras toda tu atención”

Define el problema

De forma clara hablar qué es lo que te está molestando. “Cada vez ocurre con más frecuencia que los dos nos enardecemos en peleas muy dolorosas. Sé que te duele lo que te digo y, a veces, cómo te lo digo. Lo mismo pasa al revés. Los dos tenemos mucho genio y poca paciencia. Somos muy impulsivos y reaccionamos en el momento. Por eso quiero buscar una estrategia en la que estemos los dos de acuerdo para que cuando se vuelva a repetir, sepamos cómo actuar”.  

Dile cómo te sientes

Es tu hijo, por lo que es importante que sepa que tú también sientes tristeza, temor, alegría, etc. “Francamente, yo me siento mal después de discutir contigo, del modo cómo lo hacemos los dos y pienso que si no hacemos algo al respecto, esto no se solucionará solo y cada vez irá a peor. ¿Qué opinas tú?”.

Juntos busquen alternativas

“He pensado en algunas estrategias que nos ayuden a prevenir nuestros estallidos de ira, pero antes de decírtelas me interesa saber si tienes alguna idea al respecto”.

De esta forma le puedes animar a decir sus ideas y entre las suyas vas diciendo las tuyas. El objetivo es que los dos se involucren con un protocolo preventivo, que estén conscientes de la situación para que sepan cómo actuar cuando van notando los síntomas de la ansiedad y la ira.

De esta manera, si uno de los dos falla, el otro podrá recordarle el protocolo o acuerdo al que han llegado, ayudando así a crear un distanciamiento físico y mental entre ambos para no reaccionar “en caliente”.

 

Vía: SoloHijos.com

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