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Quiero compartir herramientas que podrían ayudarlos a descubrir la senda de realización personal. Elegir una carrera universitaria es un momento decisivo de la vida que genera muchos sentimientos encontrados, estos pueden ser muy bien manejados si es que se vive y cultiva una vida espiritual sólida. Poner nuestra confianza en Dios nos ayudará a descubrir lo que es mejor para nuestras vidas y nos hará felices.

 

Vencer los obstáculos

Si estás a punto de elegir qué carrera vas a estudiar los siguientes años de tu vida, no te preocupes si experimentas sentimientos de confusión, miedo, o inseguridad, es algo normal y muy comprensible. Sería una irresponsabilidad de mi parte no decirles que a algunos se les remueven “las entrañas” más que a otros. También es muy entendible. Si lo piensas con calma… ¿Quién no ha sentido miedo o inseguridad cuando se ve obligado a tomar decisiones tan importantes para la vida?

No se hagan ningún problema por experimentar todo eso. Siéntanlo. Experiméntenlo. Exprésenlo a sus padres y a alguien con quien tengan mucha confianza y que realmente pueda ayudarlos. Lo peor es tratar de ocultar esos sentimientos y no dejar –como se suele decir con un lenguaje muy coloquial– que fluyan naturalmente. Somos humanos, sentimos, experimentamos, tememos somos valientes, etc. Muchas veces sentimos inseguridades, pero, no por eso, dejamos de lanzarnos a grandes aventuras.

 

 

 

Actitudes fundamentales

Ahora, la actitud que tengas sí es muy importante. No debes perder o disminuir la esperanza de alcanzar tus metas. El miedo o la inseguridad deben ser superadas, y, si sientes que no lo puedes hacer solo, tranquilo, está tu familia, tus amigos y, seguramente, otras personas de confianza que te pueden dar ese “empujoncito” que necesitas. Cualquiera que haya logrado grandes metas en su vida, se apoyó y compartió sus aventuras con otras personas, porque las aventuras son así, compartidas, hombro a hombro.

Paciencia, constancia y perseverancia son fundamentales. Elegir y decidir la carrera es una primera y, además, corta parte de todo el camino. Es el comienzo de una larga y exigente tarea. Con eso no deseo bajarles el ánimo, sino ayudar a que tomen conciencia de qué se trata la vida, y, de que ya están culminando una etapa hermosa: el colegio. Pero ya les toca dar un paso más de madurez, y eso, para cualquiera de nosotros, es exigente. Es un tiempo de cambio. Y todo cambio implica decisiones, tomas de posturas y actitudes personales cada vez más maduras.

Es un momento para estar entusiasmados. Pero un entusiasmo maduro. Hay que estar contentos y celebrar. Es una nueva meta lograda. ¿Cómo no alegrarse? Como ya lo he dicho, debes crecer y madurar tu alegría, tu entusiasmo, y ser consciente de que ya no eres ese adolescente en crecimiento. Ya empezaste a entrar en otra etapa de la vida: la juventud. Te lo digo con mucho cariño, pero responsabilidad. ¡No tengas miedo de asumir las responsabilidades propias de esta etapa! Vivir consciente de tus responsabilidades es la única manera de encontrar el propósito y sentido de tu vida.

 

 

“Sé en quién he puesto mi confianza” (2 Timoteo 1, 12)

Quiero despedirme con esta cita bíblica del apóstol San Pablo, pues creo que es muy alentadora. Nos deja el panorama muy claro. Si crees en Dios, y, sabemos, Dios es bueno, entonces no hay por qué dejarse vencer por el temor. El simple hecho de saber que el Señor quiere lo mejor para ti, te dará toda la ayuda que necesites para ser feliz.

¡No estás solo! Están tus padres, están –quizás– tus hermanos, amigos que te apoyan, pero, sobre todo, el amor y la seguridad de Cristo, que ya ha dado su vida por nosotros. ¿Acaso crees que el Señor te dejará solo? Él, que llegó al punto de dar la vida por nosotros, cómo no va a estar interesado por que seas feliz y alcances los sueños que tanto anhelas para tu vida. Entonces, ánimo. No vaciles. ¡Arriésgate y lánzate con todas tus fuerzas para alcanzar tu realización personal! Ten la certeza de que, si le firmas un “cheque en blanco” a Dios, Él nunca te va a defraudar. Pero, eso sí, hazle caso, acércate a Él, escúchalo y déjate tocar por su amor. Quizás sea el momento propicio para que te des cuenta de que, si queremos dar los pasos bien dados, necesitamos de la compañía de nuestro Señor.

 

 

Escrito por: Pablo Perazzo, Máster en Educación.

 

 

 

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