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Escrita hace 1500 años, la Regla de San Benito puede iluminar los hogares de hoy. He aquí los 6 principios que elevan toda la vida familiar.

La Regla de San Benito está llena de sabios consejos. Aunque el gran santo italiano la escribió en el siglo VI para su familia monástica de Mont Cassin, no ha perdido ni un ápice de su actualidad.

Quince siglos después, sigue guiando a miles de monjas y monjes benedictinos de todo el mundo. Sin embargo, sus 73 capítulos pueden aplicarse también a la vida familiar, para ayudar a todos a crecer en el amor de Dios y el amor fraterno.

 

 

Las reglas de San Benito

He aquí seis sencillas reglas, inspiradas en la tradición benedictina, que también puedes aplicar en casa:

COMER JUNTOS

San Benito escribió que, a la hora de comer, «todos los hermanos juntos recitan el versículo y rezan. Luego se sientan todos a la mesa al mismo tiempo» (n°43). En una familia, sin embargo, los miembros pueden cenar a horas distintas, o incluso en habitaciones diferentes.

En una época en la que la actividad y el descanso suelen tener lugar fuera de casa, es una buena idea que todos se reúnan para cenar.

Es una buena manera de reforzar los lazos familiares, recargar las pilas con los seres queridos, compartir dificultades y encontrar apoyo, pero también de intercambiar ideas y transmitir valores. Hay que encontrar tiempo para interesarse por los seres queridos y escucharse mutuamente.

HACERSE FAVORES MUTUAMENTE

Entre los monjes, la Regla establece que todos deben estar al servicio de los demás y que nadie debe estar «exento del servicio de la cocina», porque este servicio «aumenta la recompensa y hace crecer el amor» (n° 35).

También es importante que cada uno en la familia se haga útil a su manera. Incluso cuando los padres se ocupan de la casa, todos pueden ayudar a hacerla más bonita, ordenada y acogedora. Esto no solo aligerará la carga del trabajo doméstico, sino que también aumentará nuestro amor mutuo.

 

 

COMPARTIR SUS LECTURAS

Después de la cena, los monjes se sientan juntos y leen libros que pueden «escuchar con provecho» (n° 42). La tradición monástica permite momentos de relajación tras la jornada de trabajo.

Del mismo modo, en familia, con los hijos, pero también con el cónyuge, es una buena idea adquirir el hábito de leer juntos, ya se trate de bellas historias edificantes o de pasajes bíblicos. Esto fomentará el diálogo y la comunión, y creará momentos alegres e inolvidables.

PLANIFICAR MOMENTOS DE ORACIÓN

En los monasterios, cada día está marcado por la oración. Al sonido de las campanas, los monjes interrumpen sus actividades manuales y rezan juntos. Como nos recuerda san Benito, «el profeta dijo: ‘Siete veces al día te he alabado’» (n. 16). Aunque este principio sea difícil de aplicar a la vida familiar, siempre es posible planificar momentos de oración juntos y cumplirlos, como por la mañana al levantarse, o por la noche cuando toda la familia está reunida.

TRABAJAR CON LAS MANOS

En determinados momentos, los hermanos deben estar ocupados trabajando con las manos porque «la pereza es enemiga del alma» (n°48). Para un monje benedictino, el trabajo manual es fundamental y ocupa gran parte de su jornada. En el taller o en el huerto, cosiendo o cocinando, sus manos están siempre ocupadas.

Como muchas familias de Dinamarca, puede reunirse los domingos y dedicarse a actividades creativas: dibujo, pintura, bordado, cerámica, alfarería, iconos… Una forma estupenda de escapar de la ociosidad y crear unidad familiar.

EN BUSCA DE LA PAZ

«Cuando hayas reñido con un hermano, haz las paces con él antes de la puesta del sol» (n. 4). La Regla de San Benito nos enseña a dejar a un lado los rencores. No importa quién tenga razón, lo que realmente cuenta es restablecer la paz y la unidad.

Con tu cónyuge o con tus hijos, si quieres tener una vida familiar feliz, tienes que ocuparte de eliminar toda tensión y discordia, aprender a amar y saber perdonar… ¡y hacerlo antes de que acabe el día!

 

 

Escrito por: Aline Iaschine, vía Aleteia.

 

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