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La presión social puede convertirse en un obstáculo real para la felicidad.

Sé que no debo de ser la única que alguna vez ha escuchado: “¿Tienes x edad? Uyy, se te pasó el tren”, y si tienes suerte será: “Uyyy… Ya mismo se te pasa el tren”. Seguro a nivel personal no sientes que ningún tren se te ha ido, ni cerca de eso, pero en algún momento tantas frases parecidas a estas de diferentes personas que conoces comienzan a rondarte en la cabeza y a crearte una sensación incómoda, hasta llegar a posibles dudas y a preguntarte si es que puede ser cierto, si realmente se te está pasando el famoso tren.

Vamos a estar de acuerdo que lo primero que debe cambiar en la cultura es la teoría de que para tener pareja, casarse, tener una familia, etc., se debe tener tal edad determinada. Esto es un pensamiento retrógrado y sumamente limitante, que la única función que cumple es crear inseguridades y decisiones impulsivas que pueden llevar al fracaso y al desequilibrio emocional. Por otro lado, la prudencia debe ser una virtud mayormente practicada. Que las personas puedan sentir el derecho de opinar sobre los tiempos y cursos de nuestra vida no significa que esté bien ni que debamos aceptarlo, y así como debe existir la prudencia también la educación, claro está. Con ella seremos capaces de, muy amablemente, decirle a las personas que comprendemos lo preocupadas que están pero que, al fin y al cabo, la vida es nuestra.

Dejando a un lado la sociedad que anhelamos, hablemos del significado detrás de la famosa partida del tren. Yo me pregunto: ¿y es que existe un solo tren? La respuesta es no, porque no vivimos en un mundo de decisiones determinantes ni de oportunidades únicas. Es cierto que las situaciones que se nos van a presentar, así como personas, serán diferentes una de las otras y exclusivas en experiencias, pero esto no significa que hay una sola de ellas o una sola persona para cada uno de nosotros. Vivimos en un mundo en donde si una puerta de cierra, se abren seis más porque en la vida práctica pocas cosas son inflexibles y la realidad es que, en un momento u otro, todos, absolutamente todos, hemos perdido algún “tren” y hemos sobrevivido al proceso (algunos seguramente hasta nos hemos encontrado diciendo: “uff, ¡menos mal esquivé ese tren!”).

Entonces… Se me fue el tren, ¿y ahora qué? ¡Ahora vendrá otro! Y seguramente uno que te dará mucho más y que sabrás apreciarlo y valorarlo de otra manera, porque ya has sufrido, ya has cometido errores y ya has aprendido de ellos, ya te has levantado y has madurado en el proceso. Y si por cual sea el motivo sigues esperándolo, ¡disfrútalo! Ese camino puede ser el más pleno y grato, en el que estás con la compañía más importante y especial de todas, la tuya.

Por Psic. Cl. María José Barredo S.
Master en Cuidados Paliativos y Psicoterapia
mjosebarredo@gmail.com

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