Compartir:

Melissa Cook, de 47 años, fue contratada por un hombre para ser vientre de alquiler de un bebé concebido con su esperma y los óvulos de una joven donante de 20 años. Sin embargo, los planes de su empleador cambiaron al saber que ella estaba esperando trillizos.

A Melissa, natural de California (Estados Unidos), le implantaron tres embriones fecundados in vitro. Según su contrato, le correspondían 33 mil dólares por el primer bebé y 6 mil dólares por cada bebé adicional.

Contra todo pronóstico, los tres embriones se desarrollaron de forma saludable. Pero su empleador solo quiere dos de los tres bebés y la amenazó con llevarla a la ruina financiera si no aborta a uno de los trillizos.

Inicialmente Melissa, madre de cuatro hijos propios, casi cede a la presión de su empleador para someterse al aborto. Sin embargo, decidió tener a los tres bebés y ha presentado una denuncia de inconstitucionalidad contra la ley de maternidad subrogada (vientres de alquiler) de California.

“Ya no veo los acuerdos de subrogación de la misma forma favorable con la que alguna vez los vi.  Los niños obtienen un beneficio especial de su relación con su madre”, aseguró.

“Ahora pienso que los conceptos básicos de los acuerdos de subrogación deben ser re-examinados, analizados y reconsiderados”, dijo.

El abogado de Melissa, aseguró que la ley de vientres de alquiler de California “no resistirá un escrutinio constitucional”.

“La noción de que un hombre puede exigir que una mujer acabe con la vida de uno de los hijos que lleva con un aborto, y luego asegurar que ella es responsable por los daños económicos si ella se rehúsa es cruel para la madre”, dijo.

El drama de los vientres de alquiler

El caso de Melisa y su empleador “revela las dramáticas e injustas consecuencias que tiene la legalización del alquiler de vientres”.

Su abogado explicó que “al disociarse la gestación por un lado y la llamada ‘voluntad procreacional’ por el otro, los niños quedan presa de las decisiones de los adultos y se convierten en meros objetos de contratos”.

En este tipo de casos, lamentó; se ignora la “calidad de personas y sujetos de derecho” de los niños concebidos.

“A los problemas inherentes a la fecundación artificial, en este caso se suma la violencia contra una mujer para pretender que aborte y la transformación de los niños en meros objetos de los deseos de los adultos, además de la amenaza para el derecho a la vida de un niño concreto a quien se quiere abortar”, indicó.

El experto en bioética recordó además que “existe una campaña internacional que clama por la prohibición de la maternidad subrogada y casos como el que aquí comentamos dan actualidad a ese pedido”.

“Es imperioso que los países pongan un freno a la industria biotecnológica que alquila vientres cosificando a los niños y explotando a mujeres”, demandó.

 

Vía: ACI Prensa

 

Compartir: