Compartir:
Todos nosotros como padres estamos muy interesados y preocupados porque nuestros hijos estudien y se preparen para el futuro, sin embargo pocos padres saben cómo enseñarles para que lo logren. 

Mandar a los hijos a la universidad, pagar clases o cursos extras no sirve de nada si tu hijo no tiene una razón para hacerlo. Con mucha tristeza, en mi experiencia de docente, me toca ver estudiantes que abandonan sus estudios debido a que no tienen la motivación necesaria para concluirlos o peor aún, concluyen los estudios y no saben qué hacer con su título, y terminan en casa sin hacer algo con sus vidas.

Por otro lado, hay jóvenes que son particularmente diferentes al resto y que se distinguen por una cualidad única: la automotivación. Pueden venir dificultades y desafíos, problemas de todo tipo y ellos se mantienen centrados en lo que buscan, tiene hambre de éxito y no paran hasta lograrlo.

¿Cómo se construye la diferencia entre uno u otro estudiante? ¿Cómo le inyectamos a nuestros hijos esa sed de triunfo?, ¿cómo se enseña o adquiere la automotivación?

Una conversación muy especial

Regularmente los padres entran en conflicto cuando se trata de hablar con los hijos jóvenes o adultos; se comienza platicando y se termina gritando sin llegar a ningún acuerdo. Si actualmente ya estás enfrentando el tener un hijo sin aspiraciones, sin ánimo de hacer algo, que ya dejó la escuela o tiene esas intenciones, te sugiero tengas una plática con él y dile que solo será una hora, no más y con reloj en mano vas a hacerle cuatro preguntas:

1. ¿Dónde te gustaría estar dentro de diez años?

El propósito de esta pregunta es motivar a tu hijo a soñar, a pensar, a imaginar. Ve anotando sus respuestas y por más absurdas que te parezcan y trátalas con respeto y seriedad. Si no tiene ni idea, puedes hacerle algunas preguntas como ¿en dónde te gustaría vivir?, ¿aquí en casa conmigo, solo, con tus amigos o formar tu propia familia?

Si un hijo tiene cubiertas todas sus necesidades, jamás tendrá el deseo de obtener o trabajar por algo. La necesidad es uno de los más grandes motivadores de la vida.

2. ¿En qué te gustaría estar trabajando o qué te gustaría estar haciendo?

¿Qué profesión te gustaría seguir? Sé paciente, toma aire y anota todo lo que él te diga. Dale algunas ideas mínimas, no manipules ni hagas el mínimo esfuerzo por conducir las respuestas a algo que tú quieres, guarda silencio de ser necesario

3. ¿Cuáles son tus habilidades y talentos?

Para responder a esta pregunta, le vas a dar una hoja y le vas a pedir que anote sus virtudes, sus talentos, las cosas en las que él se considera bueno para realizarlas y al mismo tiempo tú vas a contestar lo mismo pero en otra hoja. Una vez que él termine, las va a leer y finalmente le mostrarás lo que tú ves en él y reconoces como sus puntos fuertes, esto tiene como propósito que tu hijo reconozca su valor y se sepa capaz de lograr algo.

4. ¿Qué estás haciendo para lograr lo que deseas?

Aquí regularmente se termina la plática, si no hay un buen espíritu, se deja sembrada la semilla y terminas invitándole un refresco o salir a algún lado, donde por cierto, tú ya no tocarás el tema; si tu hijo lo hace entonces responderás muy brevemente, tratando de hacerle sentir que es su decisión y responsabilidad, y que sobre todas las cosas, tú estarás ahí para apoyarle. Algunos padres en este punto les ha venido muy bien dejar en claro las reglas de la casa, como el hecho de que no habrá apoyo económico mientras no estudie o comience a hacer tal o cual cosa; eso lo dejo a tu consideración. Lo que sí puedo recomendarte, es que si tu hijo ya está pasando los límites, esto es, que no hace nada y solo consume, debes poner metas con fecha de término y cumplir con ellas. Si un hijo tiene cubiertas todas sus necesidades, jamás tendrá el deseo de obtener o trabajar por algo. La necesidad es uno de los más grandes motivadores de la vida.

Vía Familias.com

 

Compartir: