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“Para mí uno de los problemas es este: la preparación al matrimonio”, dijo el papa Francisco al responder a una pregunta sobre la crisis del matrimonio, durante un encuentro, la tarde de este 16 de junio en la catedral de Roma, en la Basílica de San Juan de Letrán, en ocasión del Congreso Diocesano sobre el tema La Alegría del Amor, el camino de las familias.

Se entrevistó a Stella y Víctor Domínguez, esposos paraguayos, invitados al Vaticano en el pre-sínodo sobre la familia para dar testimonio de la misión de casi tres décadas en el acompañamiento dirigido a los aspirantes a esposos.

Ellos, pertenecientes al movimiento Schoenstatt, consideran que la formación de los novios es un “servicio imperante” que debe movilizar también a los matrimonios católicos.

“Es un desafío para toda la Iglesia”, aseguró Víctor de 64 años, hasta hace poco en primera línea en el apostolado “parejas guías”.

Precisamente, se habla de una comunidad de vida que apoya antes y después del matrimonio. 

Formación de las parejas antes de llegar al matrimonio

Justamente, señalan que “un mal noviazgo” está en la base de todos los problemas. “Creemos necesaria una educación nupcial desde el vientre materno”.

En la Iglesia debemos cuidar mucho el acompañamiento a los jóvenes en el tiempo de noviazgo”, añadió Víctor.

En este sentido, confirman que existen novios, pocos, que se retractan antes de decir “sí, quiero”. En 30 años de experiencia, Víctor y Stella cuentan que sólo recuerdan 10 parejas que han cancelado la ceremonia.

“También en ocasiones, nos sucedió que  los novios fueron muy maduros, porque a pesar del dolor y muchas veces la vergüenza social cancelaron la boda”, abundó Víctor.

Divorciarse o separarse es solo el inicio del infierno…

Stella (61 años) fuerte de su experiencia como madre de 6 hijos, de los cuales 4 casados, abuela de 4 nietas y esposa airosa de un matrimonio de 40 años, confirma que es esencial “la etapa del conocimiento en el noviazgo” y que el divorcio no es una solución.

Las parejas de la Pastoral de la Esperanza, el programa de la Iglesia paraguaya para ayudar a los divorciados que se han unido a otra pareja, manifiestan en muchos de sus testimonios que “separarse es el inicio de un infierno” y más allá de ser una solución se convierte en unestado de infelicidad sin tiempo.

Stella se enfrentó a un cáncer y sus preguntas sobre la vida se las trasmite a los novios en preparación.

“¡Nos separamos y ya! No saben lo que dicen, porque cuando te divorcias, es ahí cuando empiezan tus verdaderos problemas -asegura-. Pero ellos no saben lo afortunados que pueden ser al superar un obstáculo en pareja basados en el amor y los valores”.

“La separación y el divorcio no deben ser una opción para ningún matrimonio, traen mucho sufrimiento y heridas irreparables”, dijo.

“Siempre hay un camino y una luz que se encuentra para solucionar los conflictos y las crisis. Nosotros decimos que sólo la muerte es irreversible”, confirmó la señora Domínguez.

 

Comunidades de vida, hermanos que escuchan 

Así, nos explican que existen otros caminos abiertos en la pastoral familiar, como el “fortalecimiento matrimonial” y la atención de los matrimonios en crisis con un “acompañamiento personalizado”, que dura el tiempo que sea necesario para “restablecer la unión”.

La idea es muy sencilla, pero eficaz y nace en el seno de la Iglesia local. Se trata de un matrimonio que acompaña a otro para ayudarles a salir de las crisis.

“Son hermanos que se encuentran y se consultan sobre los problemas de una familia: la educación de los hijos, la relación con los parientes políticos, el presupuesto familiar, la espiritualidad, los sacramentos, entre otros temas”, sostiene Stella.
“Ayuda mucho el poder vincularme con otros matrimonios que como nosotros luchan y buscan crecer en el amor y en la espiritualidad, y tienen realidades y desafíos semejantes a los míos; me da fuerzas, me contagia, me estimula a seguir creciendo, a superar las dificultades que se nos presentan”, confirmó Víctor.

 

Amor, misericordia y libertad en la vida de la pareja

“El amor lo puede todo, solo que muchas veces nos olvidamos de amarnos a nosotros mismos, de aceptarnos tal cual somos con fortalezas y sobre todo con debilidades, y es entonces cuando trasladamos nuestras carencias hacia los demás, nos pasamos exigiendo al otro para que llene mis vacíos, sin amar y sin entregarme”, dijo Stella.

En la relación matrimonial es importante la autoeducación al amor. “Es allí cuando tengo que empezar a ser misericordioso conmigo mismo, sanarme, perdonarme por mis faltas y luego perdonar a los demás. Al sentirme libre de mis opresiones, es que puedo amar con libertad y darme al otro con todo mi amor”, agregó.

“De todos nosotros depende forjar familias, en donde palpite “la alegría del amor”, aseguran al unísono Víctor y Stella, que nos regalan esta síntesis de pautas desde su experiencia en el trabajo con los novios, las parejas y los divorciados que se han vuelto a casar.

 

A continuación, algunos puntos clave para ser expresión de la misericordia en pareja y en familia:

 

  1. Hay que comenzar por el diálogo. La comunicación es la base para una buena relación de pareja, con los hijos y alimentar la unión familiar. De otra manera, somos islas.
  2. La familia crece cuando estamos dispuestos al servicio. Servir es conocer las necesidades del otro. Manifestar siempre la voluntad de estar al servicio del otro: “te amo, me interesa de todo de ti”.
  3. Aceptación y comprensión. Aceptar al otro como es, sin pretender hacerlo a mi medida. Respeto a la originalidad del otro.
  4. Tener y regalar confianza. Qué bien nos sentimos cuando alguien nos dice: “puedo confiar en vos”.
  5. La libertad y la cercanía. El “otro” es un regalo y no una propiedad. Somos libres, pero fuertes de sentirnos acompañados. “Volar alto, juntos, sin tapar nuestras alas”.
  6. Finalmente, la apertura a la gracia de Dios. Sólo en Dios podemos empezar siempre de nuevo: perdonar porque Él nos perdona, agradecer el “don” del otro.

     es del matrimonio.

 

Vía: Aleteia

 

 

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